El diario de la casa abandonada



Gabriel era un niño muy curioso y siempre estaba buscando cosas interesantes para hacer. Una noche, mientras intentaba dormir, se dio cuenta de que no podía conciliar el sueño.

Intentó contar ovejas y respirar profundamente, pero nada parecía funcionar. Gabriel comenzó a dar vueltas en la cama y a mirar al techo cuando vio una caja vieja en la esquina de su habitación.

Se levantó con cuidado para no despertar a su hermanita y se acercó a la caja. La abrió lentamente y encontró un álbum de fotos antiguas. - ¡Qué interesante! - dijo Gabriel emocionado. Comenzó a hojear las páginas del álbum con atención.

Había fotografías de sus padres cuando eran jóvenes, de sus abuelos en su boda e incluso algunas fotos de él mismo cuando era bebé. - ¡Esto es genial! - exclamó Gabriel mientras sonreía al ver las fotos. De repente, vio una foto que llamó mucho su atención.

Era una imagen borrosa y antigua de una casa abandonada cerca del bosque detrás de su casa. Gabriel nunca había visto esa casa antes y estaba seguro de que nadie le había hablado sobre ella.

- Debo investigar esto más - pensó Gabriel mientras guardaba el álbum debajo de la almohada para poder seguir viendo las fotos más tarde.

A la mañana siguiente, Gabriel se despertó temprano y salió corriendo hacia el bosque detrás de su casa para encontrar la casa abandonada que había visto en la foto del álbum. Después de caminar durante unos minutos, finalmente llegó a la casa. - ¡Guau, qué genial! - exclamó Gabriel mientras miraba la casa con asombro.

La casa estaba en muy mal estado y parecía que nadie había vivido allí por años. Gabriel decidió investigar más y comenzó a explorar los alrededores de la casa. De repente, escuchó un ruido extraño viniendo del interior de la casa.

- ¿Hola? - preguntó Gabriel tímidamente. No hubo respuesta. Gabriel se armó de valor y entró en la casa. Mientras caminaba por las habitaciones vacías, encontró una caja vieja en el suelo.

La abrió con cuidado y encontró un diario antiguo dentro. Gabriel comenzó a leer el diario con atención.

Descubrió que la persona que había escrito el diario era una anciana llamada Rosa que había vivido en esa casa durante muchos años antes de morir sola sin familia ni amigos. Gabriel se sintió muy triste al leer sobre la vida solitaria de Rosa, pero también se dio cuenta de lo importante que es tener amigos y familiares para compartir momentos especiales juntos.

Desde entonces, Gabriel visitaba regularmente aquella cabaña abandonada para recordarle a Rosa que alguien aún pensaba en ella; además, aprendió mucho sobre el valor de las relaciones humanas gracias al ejemplo negativo del final solitario de Rosa.

Y todas las noches podía dormir tranquilo sabiendo que había hecho algo bueno por alguien más.

FIN.

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