El Diario de las Decisiones



Era una tarde de verano cuando Valentina decidió explorar el viejo ático de su abuela. Entre cajas llenas de recuerdos y telarañas, encontró un diario antiguo con una cubierta de cuero gastada. Curiosa, lo abrió y leyó en la primera página: "Este diario tiene el poder de predecir el futuro dependiendo de las decisiones que tomes". Valentina sintió un escalofrío y una chispa de emoción al mismo tiempo.

-Diario, ¿de verdad podés predecir el futuro? -preguntó Valentina, tratando de contener la risa.

Con un girar de páginas, el diario le respondió:

-Sólo si estás dispuesta a tomar decisiones.

Emocionada, Valentina se dio cuenta de que esto podría ser una gran aventura. Decidió hacer una pequeña prueba:

-Si decido llevar el helado de chocolate a la merienda con mis amigos, ¿será divertido? -escribió en el diario.

El diario giró sus páginas nuevamente y reveló: "La merienda será un éxito. Todos disfrutarán y se irán felices a casa".

Así fue, sus amigos la pasaron increíble y Valentina se sintió muy satisfecha. Pero, la tarde del siguiente día, decidió hacer otra pregunta:

-Si decido no hacer mi tarea, ¿qué pasará?

El diario le mostró: "El maestro se enojará y te pondrá un cero". Valentina se reía al principio, pero luego reflexionó.

-Pero, ¿podré hacer mi tarea después? -volvió a preguntar.

-El efecto de la decisión se siente. Eligiendo no hacerlo, te sentirás muy mal contigo misma.

Así, Valentina entendió que el diario no solo predecía sino que también le enseñaba sobre las consecuencias de sus acciones. Decidió ser más sabia en sus elecciones.

Noventa días después, Valentina se dio cuenta de que el poder del diario no estaba en predecir el futuro, sino en enseñarle sobre la responsabilidad. Un día, su amiga Sofía le confesó que no podía ir a la fiesta porque se sentía mal por un desacuerdo con su madre. Valentina quería ayudarla.

-Diario, si le ayudo a resolver su conflicto, ¿qué pasará?

-Nuestra mayor felicidad nace de ayudar a otros -respondió el diario.

Esa respuesta inspiró a Valentina. Se reunió con Sofía y le dijo:

-Tenés que hablar con tu mamá, Sofi. Es la única manera de que te sientas mejor.

El día siguiente, Sofía apareció radiante por el colegio,

-¡Lo hice! Hablé con mi mamá y ahora estamos bien. Valentina, gracias por ayudarme.

Valentina sonrió, comprendiendo que cada decisión, incluso los pequeños actos de bondad tenían consecuencias en la vida. Un día, se enfrentó a una gran elección:

-Diario, mi abuela se está mudando a otra ciudad. Si decido quedarme aquí, ¿seré infeliz?"Algunos cambios son difíciles, pero siempre hay un motivo para sonreír" fue la respuesta.

Valentina pensó en todo lo que había aprendido.

-Ya no necesito este diario, porque puedo tomar decisiones sabias sola -dijo Valentina, cerrando el libro con una sonrisa.

Yi con una gran determinación, abrazó a su abuela, prometiéndole que siempre estaría cerca, sin importar donde viviera. Valentina entendió que el verdadero poder no estaba en predecir el futuro, sino en aprender a tomar decisiones que no sólo la beneficiarían a ella, sino también a los demás.

Desde aquel día, Valentina se convirtió en un faro de buenas decisiones en su entorno, haciendo de su vida y la de quienes la rodean un cosmos de posibilidades inspiradoras y alegres.

FIN.

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