El diario de los géneros
Era un día cualquiera en la secundaria Luis Enrique Erro. Los estudiantes del tercer año, grupo B, estaban sentados en sus pupitres, escuchando a su maestra, Janeth, quien lucía un poco preocupada.
- “Chicos, hoy vamos a hablar sobre los géneros literarios y periodísticos, pero parece que no están muy claros”, dijo Janeth, mirando a sus alumnos con expectativa.
- “Señora, ¿qué diferencia hay entre una crónica y un cuento? ”, preguntó Lucas, un chico con muchas preguntas pero pocas respuestas.
- “Sí, porque suele darme la sensación que son casi lo mismo”, añadió Clara, con curiosidad.
Janeth suspiró, y mientras pensaba en cómo explicarlo, vio un misterioso diario sobre su escritorio. Tenía una cubierta desgastada y un candado que parecía antiguo.
- “¡Chicos, miren esto! ”, exclamó Janeth, señalando el diario. “No sé de quién es, pero tal vez podamos descubrirlo juntos”.
Los estudiantes se acercaron, intrigados por el objeto. Janeth tomó una llave que había encontrado hace unos días y, al abrir el candado, una nota apareció volando en el aire:
- “Bienvenidos al desafío de los géneros. Aquí los llevaré a un viaje donde aprenderán la diferencia entre crónicas y cuentos. ¡Buena suerte! ”
Todos se miraron, fascinados.
- “¡Vamos a hacerlo! ” gritó Ramiro, entusiasta.
El primer desafío los llevó a una biblioteca mágica, donde los libros susurraban.
- “Para abrir una crónica, deben encontrar la historia detrás del suceso más cotidiano”, dijo un libro con voz suave. “¿Qué tal si cuentan cómo fue su día en la escuela? ”
Los estudiantes comenzaron a relatar su jornada, cada uno añadiendo detalles. Cuando terminaron, el libro suspiró y dijo:
- “Eso es, bien hecho. Ahora entienden cómo una crónica puede contar la realidad con matices”.
Con esas palabras, una puerta mágica se abrió y los llevó a un bosque encantado. Allí, encontraron a un personaje extraño: un conejo que parecía estar escribiendo.
- “Hola, soy Ramón, el cuentista”, dijo el conejo con voz melodiosa. “Para entender un cuento, deben contarme una historia con un principio, un desarrollo y un final sólido. ¡Empiecen! ”
Los alumnos se miraron entre sí, algunos comenzaron a contar historias fantásticas de héroes y aventuras.
- “¡Eso es! ¡Pronto lo lograrán! ”, animó Ramón, mientras escuchaba atento a cada relato.
Cuando terminaron, el conejo sonrió y dijo:
- “Ahora comprenden que un cuento va más allá de la realidad, permitiendo soñar”.
De repente, el bosque empezó a desvanecerse y se encontraron en un aula antigua donde el tiempo parecía haberse detenido. Allí, apareció una anciana sabia.
- “Soy la guardiana del saber”, dijo con voz potente. “¿Cuál es la diferencia entre una crónica y un cuento? ”
- “La crónica cuenta lo que sucedió, con detalles verídicos y opiniones, y el cuento es una invención que juega con la imaginación”, explicó Clara, recordando lo que habían aprendido.
- “Exactamente”, respondió la anciana, asintiendo. “Pero hay un elemento más: la pasión, que las conecta. Cuenten sus historias con el corazón. Y así, han aprendido el valor de los géneros”.
Tras ese último desafío, el misterioso diario brilló, y de repente aparecieron todos juntos de vuelta en el aula de su escuela. Estaban emocionados, plenos y con una nueva comprensión.
Con el diario en sus manos, janeth les miró y dijo:
- “Chicos, hoy no solo aprendimos sobre crónicas y cuentos, sino también sobre la creatividad y la importancia de contar nuestras historias”.
- “¡Y a partir de ahora, vamos a escribir! ”, exclamó Lucas.
- “Sí, que no se quede en el dorado de este diario. ¡Usemos la pluma para crear! ”, añadió Clara.
Así, la secundaria Luis Enrique Erro se llenó de risas y creatividad, todos aprendieron a distinguir entre crónicas y cuentos, pero también a apreciar la magia de contar historias, llevándose consigo el mensaje de que en cada historia hay una chispa de realidad y sueños por descubrir. Y desde entonces, ese diario misterioso fue el símbolo de su viaje, recordándoles siempre que cada palabra cuenta, y que cada cuento tiene su propia crónica.
FIN.