El Diccionario de Risas Tenebrosas



Era una noche oscura y brumosa en un pequeño pueblo donde los personajes más aterradores de la historia habían decidido hacer una reunión. Drácula, Frankenstein, la Momia y la bruja Malvina se habían juntado en el viejo castillo, no para asustar a nadie, sino para hacer algo totalmente distinto: ¡crear palabras nuevas y graciosas!

Al llegar todos, Drácula, con su capa al viento, propuso:

"Che, ¿y si armamos un diccionario pero de palabras que no existen y que nos hagan reír?"

"¡Buenísimo!" exclamó Malvina mientras revolvía sus pociones con una batidora mágica.

"Podríamos inventar palabras como ‘asustaflor’ para describir esa extraña planta que grita cuando la riegas", agregó Frankenstein, con su característica torpeza.

"¡Genial! ¡Y que tal si hacemos una palabra para cuando alguien tropieza y cae de una manera ridícula, como ‘trompistar’!" añadió la Momia, riendo a carcajadas.

Los cuatro se pusieron a pensar y a inventar palabras a mil por hora.

"¿Y qué me dicen de ‘espantatortuga’?" dijo Drácula con una sonrisa.

"Eso es cuando algo es tan lento que da miedo esperar", complementó Malvina.

"¡Eso me suena a mí cuando busco mi desayuno!" rió Frankenstein.

La creativa lluvia de palabras continuó:

"¡Inventemos una para describir esa molesta sensación al humear! ‘Bofetadokukis’ cuando comes galletitas y te entra polvo de azúcar por la nariz."

"O ‘temorosoportuño’, que sería cuando le tenés miedo a algo que es tan suave como un almohadón”, dijo la Momia, moviendo sus vendas.

Los nuevos vocablos comenzaron a tomar forma y el clima dentro del castillo era de pura risa.

Sin embargo, de repente, comenzaron a tener una pequeña discusión sobre las definiciones.

"Pero, Malvina, un ‘tortugueros’, ¿no es un temor a que las tortugas sean más rápidas que uno?", preguntó Frankenstein.

"No, querido amigo, es que me ataca el miedo cada vez que abro un frasco de conservas. ¡Eso sí que da miedo!"

Los cuatro se miraron y estallaron en risas.

Así, se pasaron varias horas creando palabras y riendo a carcajadas. Sin embargo, al final de la noche, se dieron cuenta de un pequeño inconveniente: cada uno había entendido las palabras de manera diferente.

"Yo creo que una ‘espantatortuga’ es una especie de animal mágico, no lo que decías vos, Malvina", dijo Drácula, entre risas nerviosas.

"¡Pero, ¿cómo va a ser eso? !" insistió Malvina, tratando de contener su risa.

A medida que se iba acercando la mañana, decidieron que necesitaban un lugar donde juntar todas esas palabras tan extrañas, pero al mismo tiempo divertidas.

"Vamos a hacer un diccionario de palabras nuevas, ¡eso va a ser un golazo!" propuso la Momia.

"Si, pero ¿qué hacemos si nadie entiende las definiciones?", preguntó Frankenstein.

"Lo escribimos igual, ¡es más divertido!" afirmó Drácula, con su habitual seguridad.

Y así fue como se pasaron la noche escribiendo el extraño diccionario. Cada palabra iba acompañada por una risita y una anécdota diferente que solo ellos podían comprender. Al final, estaban tan satisfechos que se dieron cuenta de que no importaba que nadie entendiera; lo importante era que habían pasado un rato maravilloso juntos, riendo y creando, aunque al final terminaron sin una sola definición en claro.

Cuando amaneció, el castillo se llenó de risas, y la bruma se disipó, dejando entrever el hermoso sol que iluminó el nuevo día.

"El Diccionario de Risas Tenebrosas" se convirtió en un tesoro entre los cuatro amigos, un recordatorio de que a veces lo mejor de crear algo es el viaje en sí, sin importar que los demás no comprendan.

Y así, el castillo quedó marcado para siempre como el lugar donde los personajes más terroríficos aprendieron a reír.

FIN.

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