El Diente de Dinosaurio Amigable



Había una vez una niña llamada Luciana, que tenía una sonrisa hermosa y brillante. Pero un día, mientras comía un caramelo pegajoso, su muela comenzó a dolerle mucho.

Su mamá la llevó rápidamente al dentista para solucionar el problema. Luciana estaba muy asustada porque nunca había visitado al dentista antes. Tenía miedo de que le doliera mucho o de que algo saliera mal.

Al llegar a la clínica dental, se aferró fuertemente a la mano de su mamá y temblaba de nervios. El dentista, el Dr. Ricardo, era muy amable y comprensivo. Sabía que muchos niños tenían miedo de ir al dentista, así que siempre trataba de hacerlos sentir cómodos.

Se acercó a Luciana con una sonrisa cálida y le dijo: "Hola Luciana, soy el Dr. Ricardo. No tienes por qué tener miedo, te prometo que haré todo lo posible para que no te duela".

Luciana miró al doctor con sus grandes ojos llenos de dudas y preguntó tímidamente: "¿Me va a doler mucho?". El Dr. Ricardo le respondió tranquilamente: "No te preocupes, Luciana. Te aseguro que estarás bien cuidada aquí".

La enfermera del consultorio dental también era muy amigable y simpática. Le dio a Luciana un gorrito colorido para ponerse en la cabeza y le explicó cómo funcionaba todo en el consultorio.

Cuando llegó el momento de sacarle la muela dolorida a Luciana, ella cerró los ojos con fuerza y apretó las manos aún más fuerte. Pero para su sorpresa, el Dr. Ricardo le pidió que abriera la boca solo un poquito y comenzó a hablarle sobre cosas divertidas.

"Luciana, ¿sabías que tengo una colección de dientes de dinosaurio? Son muy interesantes y cada uno tiene una historia diferente". Luciana se sintió intrigada y abrió los ojos lentamente. El Dr.

Ricardo continuó: "Incluso tengo un diente de T-Rex, ¡es enorme! ¿Te gustaría verlo?". La niña asintió con timidez y el dentista sacó una caja llena de dientes fosilizados. Luciana se olvidó completamente del miedo mientras examinaba los diferentes tamaños y formas de los dientes. El Dr.

Ricardo aprovechó ese momento para extraer la muela dolorida sin que Luciana lo notara demasiado. Cuando terminó, le mostró la muela en una pequeña cajita transparente. "¡Mira, Luciana! Esta es tu muela", exclamó el dentista con entusiasmo.

"Ahora podrás ponerla debajo de tu almohada para que el Ratón Pérez te traiga un regalito". Luciana sonrió tímidamente y dijo: "Gracias, doctor".

Se dio cuenta de que no había sido tan malo como pensaba y se sintió orgullosa por haber superado su miedo al dentista. Después de esa visita al dentista, Luciana ya no tenía tanto temor cuando tenía que ir a sus revisiones regulares. Aprendió que el cuidado dental era muy importante para mantener su sonrisa sana y hermosa.

Y así fue como Luciana descubrió que, aunque el dentista puede parecer aterrador al principio, en realidad es un amigo que está allí para ayudarnos a cuidar de nuestros dientes.

Desde ese día en adelante, Luciana no tuvo más miedo y siempre mantuvo su sonrisa brillante y saludable.

FIN.

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