El diente que no quería salir



En la boca pequeñita de un niño llamado Tobi había unos dienticos que no podían bailar. Todos eran de un color blanquísimo y brillaban como estrellas en el cielo. Pero había uno, el de adelante, que se podía menear. Se balanceaba hacia adelante y también hacia atrás con mucha alegría.

"¡Eh, diente juguetón! ¿Por qué no te decides a salir de una vez?" -dijo el molar de atrás, que siempre había sido un poco serio.

"No sé, no me animo. Afuera hay cosas raras, y tengo miedo de lo que pueda pasar." -respondió el diente de adelante, moviéndose aún más.

Los otros dientes estaban intrigados. ¿Por qué un diente tenía tanto miedo? Entonces, decidieron hacer una pequeña reunión dental. Cada uno se sentó en su lugar y miraron al diente aventurero.

"Todos tenemos que ayudarnos entre nosotros" -propuso la muela.

"Exacto"  -añadió el premolar. "Si no sale, nunca podrá jugar con nosotros afuera. ¡Imaginate las aventuras!"

"Puede conocer el mundo, hacer nuevos amigos..." -añadió el incisivo, emocionado.

"Pero... ¿y si me duele?" -insistió el diente de adelante, temeroso.

"A veces el cambio puede doler un poquito, pero lo que hay del otro lado puede ser grandioso" -dijo la muela, sabiendo que había que motivarlo.

Después de un rato, el diente comenzó a pensar en todas las cosas que podría perder por quedarse ahí, así que decidió hacer una lista de cosas emocionantes que podría hacer si salía:

1. Jugar a los escondidos en la boca de Tobi.

2. Deslizarse por la lengua como si fuera una montaña rusa.

3. Hacer amigos nuevos, como las galletitas que Tobi comía cada semana.

Mientras todos lo animaban, el diente de adelante se empezó a sentir más valiente. Un día, mientras Tobi estaba masticando una manzana crujiente, se escuchó un crak. ¡El diente se movió más que nunca!"¡Este es mi momento!" -gritó el diente, emocionado. Se puso muy firme y, tras un gran esfuerzo, hizo todo lo posible por soltarse. De repente, ¡plop! Hubo un pequeño tirón y el diente salió volando hacia el aire, aterrizando suavemente en la palma de Tobi.

"¡Lo logré!" -exclamó el diente, lleno de alegría. "¡Soy libre!"

Tobi sonrió con su nuevo espacio en la boca y mostró su sonrisa a todos, mientras el diente, ahora llamado Dentón, se sentó sobre una almohada de algodón.

"Ahora puedo bailar sin parar con todos ustedes y jugar en la boca de Tobi!" -gritó Dentón.

La boca de Tobi estalló en risas y felicidad. Pero su aventura no había terminado. Esa misma noche, Tobi fue a la cama y, como tantos niños, dejó a Dentón debajo de la almohada. Cuando despertó, encontró una moneda brillante y una notita que decía:

"¡Gracias por ser valiente! Recuerda siempre que el cambio puede ser divertido."

Desde aquel día, Dentón siempre le contaba a los otros dientes sobre su experiencia y les decía: "Chicos, nunca tengan miedo del cambio. A veces es solo el comienzo de nuevas aventuras."

Y así, en la boca de Tobi, todos los dientes aprendieron la valiosa lección sobre la valentía y la importancia de no tener miedo a lo desconocido. Juntos, bailaron y jugaron, con un diente menos, pero con mucho más espíritu de aventura que nunca antes.

FIN.

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