El dilema de la reina Isaura
Había una vez en un reino muy lejano, la reina Isaura, una hermosa reinita de cabellos dorados y ojos brillantes como el sol.
Isaura vivía en un castillo rodeado de flores y pájaros cantarines, pero a pesar de su vida llena de lujos y comodidades, sentía un gran vacío en su corazón. Por otro lado, estaba Abraham, un caballerito valiente y noble que había sido desterrado del reino por razones desconocidas.
Durante muchos años, Isaura y Abraham no se vieron ni se supieron el uno del otro. Sin embargo, el destino tenía preparada una sorpresa para ellos. Un día, mientras paseaba por los jardines del castillo, Isaura escuchó unos susurros provenientes del bosque cercano.
Con curiosidad, decidió adentrarse en él y descubrió a Abraham luchando contra un feroz dragón que amenazaba con destruir el reino. - ¡Detente! ¡Déjame ayudarte! -exclamó Isaura valientemente. Abraham se giró sorprendido al escuchar la voz de la reina.
Sus ojos se encontraron y en ese instante supieron que estaban destinados a estar juntos. Juntos lograron vencer al dragón y salvaron al reino de la devastación. A partir de ese día, Isaura y Abraham pasaron mucho tiempo juntos.
Descubrieron que tenían mucho en común: ambos amaban la naturaleza, la música y los cuentos de hadas. Poco a poco fueron enamorándose profundamente el uno del otro. Sin embargo, sabían que su amor era imposible.
Isaura era una reina destinada a casarse con un príncipe poderoso para asegurar la paz en el reino. A pesar de ello, decidieron disfrutar cada momento juntos sin importar las consecuencias.
Los días pasaron volando entre risas, paseos por el bosque encantado y cenas románticas bajo las estrellas. Pero llegó el momento inevitable: el príncipe heredero del Reino vecino llegó al castillo para pedirle a Isaura que fuera su novia. El corazón de Isaura se llenó de confusión y tristeza.
Por un lado estaba su deber como reina; por otro lado estaba su amor por Abraham. Antes de dar una respuesta definitiva al príncipe heredero, decidió hablar con Abraham. - Abraham...
sé lo difícil que es esta situación para ambos -dijo Isaura con lágrimas en los ojos-. No quiero lastimarte ni lastimarme a mí misma... Abraham tomó las manos temblorosas de Isaura entre las suyas y le dijo con voz firme:- Mi amada reinita...
nuestro amor puede ser imposible para los demás, pero para nosotros es real e inquebrantable. No importa lo que digan o hagan los demás; lo único importante es lo que sentimos aquí -y señaló sus corazones entrelazados-.
Isaura sintió una mezcla de emociones en su interior: amor profundo por Abraham pero también responsabilidad hacia su pueblo como futura soberana.
Y así fue como quedamos inconclusos ante este dilema emocional tan grande e intenso donde dos corazones luchan entre seguir sus propios deseos o cumplir con las expectativas impuestas desde afuera.
FIN.