El dilema de Lucas
Era un día como cualquier otro en la vida de Lucas, un niño de 12 años que vivía en un barrio tranquilo de Buenos Aires. Al despertar, se sintió lleno de energía y listo para enfrentar un nuevo día. Pero pronto se daría cuenta de que ese día traería desafíos que pondrían a prueba su carácter.
Lucas caminaba hacia la escuela con su mejor amigo, Tomás. Eran inseparables, y compartían todo: sueños, secretos y, a veces, frustraciones.
"Che, Lucas, ¿sabías que algunos chicos están diciendo que en el colegio hay un nuevo juego?" - dijo Tomás emocionado.
"¿De qué se trata?" - preguntó Lucas, curioso.
"Es un juego en el que hay que ver quién se atreve a decir la mayor cantidad de mentiras sin que lo descubran" - explicó Tomás, riéndose.
Lucas sintió un pequeño nudo en el estómago al escuchar eso. En su interior sabía que mentir no era correcto, pero la idea de impresionar a sus compañeros le resultaba tentadora.
A medida que avanzaban hacia la escuela, se encontraron con un grupo de chicos que estaban haciendo bullying a un compañero de clase, Julián. Era algo que Lucas odiaba, pero también sintió que hacerse amigo de los chicos que insultaban a Julián podría hacerle ganar popularidad.
"¿Y si nos unimos a ellos? Mira, Julián es un perdedor" - dijo Tomás, sin darse cuenta de la preocupación de Lucas.
"No sé, Tomás. Eso no está bien" - respondió Lucas, sintiéndose atrapado entre la lealtad a su amigo y su sentido de lo justo.
Finalmente, el día pasó lleno de dificultades. A la hora del almuerzo, sus compañeros comenzaron a hablar sobre un juego de fortuna donde tenían que sacar de un sombrero una tarjeta que decía si debían hacer algo arriesgado.
"Es solo un juego, Lucas. ¿Qué puede salir mal?" - insistió Tomás, al ver que Lucas duda.
"Pero qué tal si es algo que en realidad no quiero hacer..." - murmuró Lucas.
Al llegar a casa, Lucas se sentó en su escritorio. El peso de su confusión lo invadió. Las tentaciones lo rodeaban, y no sabía qué decidir. Aun así, apeló a su propio sentido de lo correcto y empezó a reflexionar sobre lo que había sucedido.
"Hay algo que no me gusta de todo esto..." - se dijo en voz alta, como si hablara consigo mismo.
Recorriendo su habitación, vio su libro de cuentos. Lo abrió y encontró una historia sobre un héroe que siempre elegía el valor en lugar del miedo.
"Quizás será mejor enfrentar las cosas de frente, como el héroe de este libro" - pensó mientras se llenaba de determinación.
Al día siguiente, Lucas se enfrentó a los chicos que hacían bullying a Julián.
"Dejen de molestar a Julián. No está bien lo que están haciendo" - les dijo con firmeza. Los chicos se quedaron sorprendidos.
"¿Y quién te creés, Lucas?" - respondió uno de ellos.
"Solo un chico que quiere que todos se sientan bien. Eso no va a cambiar" - contestó Lucas, sintiendo el respaldo de sus convicciones.
Después de ese momento, Lucas se sintió más ligero. No derrumbó a los bullying, pero sus palabras dejaron una semilla de cambio que resonó entre sus compañeros. Caption.
La semana continuó siendo desafiante, pero Lucas enfrentó cada momento con más confianza. Finalmente, un día mientras salía de la escuela, Julían se le acercó.
"Gracias por defenderme, Lucas. A veces siento que no tengo a nadie" - dijo Julián, con los ojos brillantes.
"Siempre estoy aquí, Julián. Nadie debería ser maltratado" - respondió Lucas, contento de ayudar a alguien.
Así, Lucas aprendió a no dar la espalda a su voz interna. Con el tiempo, se volvió un defensor de la bondad y la amistad. Se dio cuenta de que a veces las decisiones difíciles son las más gratificantes, y que una buena elección puede hacer la diferencia en la vida de alguien.
Lucas entendió que aunque las tentaciones podrían aparecer de nuevo, siempre podría encontrar la valentía para elegir lo correcto, y ese era el verdadero poder que tenía en sus manos.
FIN.