El Dilema de Mateo y Juan



Mateo y Juan eran amigos inseparables desde que tenían memoria. Jugaban al fútbol, iban juntos a la escuela y se contaban secretos. Un día, mientras estaban en el parque, apareció una nueva vecina: Lucía, una niña más joven que ellos dos. Lucía tenía una sonrisa brillante y unos ojos que destilaban curiosidad.

Los chicos, curiosos, decidieron acercarse a ella.

"Hola, soy Mateo, ¿querés jugar con nosotros?" - dijo Mateo con entusiasmo.

"¡Sí, claro!" - respondió Lucía con una gran sonrisa.

Desde ese momento, Lucía se convirtió en parte de su grupo de amigos. Cada tarde, se juntaban para jugar, hacer tareas o simplemente charlar. Sin embargo, a medida que pasaban los días, Mateo y Juan comenzaron a sentirse un poco diferentes hacia Lucía. Mateo pensaba que su risa era la más hermosa, mientras que Juan se daba cuenta de que disfrutaba mucho más de sus momentos juntos.

Una tarde, mientras hacían un picnic en el parque, Mateo decidió dar el primer paso:

"Juan, creo que me gusta Lucía" - dijo, un poco nervioso.

"A mí también me gusta, pero yo pensé que ella prefería estar con vos..." - respondió Juan, frunciendo el ceño.

Ambos amigos se miraron, con la incomodidad rondando entre ellos.

"No puedo dejar que esto arruine nuestra amistad, Juan" - dijo Mateo con firmeza.

"No, yo tampoco quiero eso" - dijo Juan, intentando sonreír, aunque sus ojos mostraban incertidumbre.

Decidieron hablar con Lucía juntos, creyendo que lo mejor era ser honestos. La próxima vez que se encontraron con ella, Mateo dio el primer paso:

"Lucía, nosotros... bueno, ambos estamos interesados en vos. Pero no queremos que esto afecte nuestra amistad. ¿Qué pensás?"

Lucía, sorprendida, se quedó en silencio por un momento. Luego dijo:

"Chicos, me siento halagada, pero creo que deberíamos disfrutar de estos momentos como amigos. No quiero que se interponga en su relación".

Mateo y Juan se miraron, aliviados por su respuesta. Al final, decidieron que lo más importante era su amistad y la alegría de poder compartir momentos divertidos con Lucía sin complicaciones.

Con el tiempo, los tres se hicieron más unidos. Se dieron cuenta de que la amistad era más fuerte que cualquier sentimiento amoroso momentáneo. Ellos eran un equipo, y juntos superaron sus diferencias.

Un día, mientras jugaban a la pelota, Lucía expresó con gran entusiasmo:

"¡Chicos! Tengo una idea. ¿Por qué no hacemos una competencia de talentos? Creo que podemos hacer un gran espectáculo muerto de risa".

Mateo y Juan miraron y empezaron a reírse.

"Sí, ¡eso suena divertido!" - dijo Juan.

Pronto, el parque se llenó de risas mientras los tres se preparaban para su espectáculo, armando sketches cómicos y coreografías improvisadas.

Al final del día, Mateo y Juan se dieron cuenta de que su relación no solo se había fortalecido, sino que también habían aprendido algo valioso sobre el amor, la amistad y el respeto mutuo.

Cuando terminó la competencia, Lucía abrazó a sus amigos y dijo:

"Gracias por ser unos amigos tan geniales. Nunca dejen que nada se interponga entre ustedes".

Y así, Mateo y Juan entendieron que la verdadera amistad siempre prevalece. Juntos, siguieron disfrutando de cada aventura, apoyándose y riendo, felices de poder compartir cada momento.

Y así fue como el dilema amoroso se convirtió en una hermosa lección de amistad que nunca olvidarán.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!