El Dinosaurio que Aprendió a Bañarse
Había una vez un dinosaurio llamado Dino, que vivía en un hermoso valle lleno de flores coloridas y árboles frondosos. Aunque el lugar era maravilloso, Dino tenía un gran problema: no le gustaba bañarse ni comer verduras.
Un día, mientras jugaba con sus amigos, el sol brillaba y todos se reían. Pero Dino, tras varias semanas sin bañarse, empezó a oler muy mal.
Sus amigos, al notar el olor nauseabundo, se tapaban la nariz.
"¿Dino, no pensás que deberías darte una lavada?" - le dijo su amigo Trico, el triceratops.
"¡Bah! No necesito un baño. Estoy perfecto así" - respondió Dino, rodando los ojos.
Con el tiempo, el olor se hizo tan fuerte que hizo que las moscas vinieran a hacerle compañía.
"¡Sáquenme a estas moscas!" - gritó Dino, asustándose al verlas volar cerca de su cara.
Pero lo peor estaba por venir.
Los animales del bosque comenzaron a desmayarse cada vez que Dino se acercaba. León, el rey de la selva, se desmayó a la sombra de un árbol y hasta la sabia tortuga Tomás necesitó un buen rato para recuperarse.
"¡Dino! Necesitás un baño urgente, ¡no podés seguir así!" - exclamó Tania, la pequeña iguana, mientras trataba de no perder el conocimiento.
"¿Pero por qué? ¡Si a mí no me molesta!" - respondió Dino.
Finalmente, Dino se dio cuenta de que todos sus amigos se desmayaban y eso no le gustó nada.
"Oh no, ¿ahora qué puedo hacer?" - pensó angustiado.
Decidió correr hacia su casa.
El camino estaba lleno de flores, pero a Dino ya no le importaba.
"Quiero jugar con mis amigos de nuevo, pero si sigo así no podrán acercarse a mí" - se lamentó.
Cuando llegó, su mamá lo miró con una mezcla de risa y tristeza.
"Dino, querido, el baño no solo es para oler bien, también es importante para estar saludable y feliz. ¿Qué te parece si nos damos un baño juntos?" - le sugirió su madre con cariño.
Dino pensó que podría ser divertido y aceptó.
"¡De acuerdo!" - dijo Dino.
Así que, juntos, se metieron en un gran charco de agua. Dino saltó, chapoteó y se divirtió muchísimo mientras su mamá le echaba un poco de jabón. Después de unos minutos de juego, Dino sintió que el agua lo refrescaba.
Cuando salió, Dino estaba limpio como una patito.
"¡Mirá, estoy como nuevo!" - exclamó, feliz.
Tan pronto como regresó al valle, todos los animales lo aplaudieron.
"¡Bravo, Dino! ¡Por fin te bañaste!" - gritó Trico, feliz de ver a su amigo nuevamente.
"¡Espero que ahora no huela más a moho!" - bromeó Tania.
Dino se rió y recordó cómo había oliendo antes.
"Prometo que de ahora en adelante me bañaré regularmente, ¡y también comeré mis verduras!" - dijo con determinación.
Todos aplaudieron y Dino se sintió muy orgulloso.
Desde aquel día, Dino no solo se bañaba más a menudo, sino que también se volvió un gran defensor de la higiene entre todos sus amigos dinosaurios. Y así, el dinosaurio que no quería cuidarse, terminó siendo el más limpio y feliz del valle.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.