El Dinosaurio Senti-Pate
Había una vez, en un verde y hermoso valle lleno de flores y árboles gigantes, un dinosaurio muy simpático llamado Senti-Pate. Senti-Pate era un diplodocus de color verde brillante, con un largo cuello y una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor. A Senti-Pate le encantaba jugar con sus amigos, pero había algo que le gustaba aún más: ayudar a los demás a entender sus sentimientos.
Un día, mientras Senti-Pate estaba jugando con su amigo el pequeño triceratops, llamado Tico, notó que Tico se veía triste.
"¿Tico, por qué estás tan bajito?" - preguntó Senti-Pate.
"No sé, Senti-Pate. Solo me siento un poco raro..." - respondió Tico, mirando al suelo.
Senti-Pate, con su gran corazón, decidió ayudarlo.
"A veces, cuando nos sentimos raros, es porque no sabemos cómo nombrar lo que sentimos. ¡Vamos a jugar un juego!" - dijo Senti-Pate.
Tico lo miró con curiosidad.
"¿Qué juego?"
"Voy a hacer caras, y vos tenés que decirme qué sientes cuando las ves. ¡Así aprenderemos juntos!" - Senti-Pate se puso en posición y empezó a hacer una cara de sorpresa, otra de alegría y otra de tristeza.
Tico comenzó a reírse cada vez que Senti-Pate hacía una cara divertida.
"¡Eso es alegría! ¡Y eso es sorpresa!" - exclamó Tico, lleno de entusiasmo.
"¡Exacto! Ahora, ¿qué pasa cuando ves esta cara?" - hizo Senti-Pate una cara muy seria.
"Hmm... eso se siente un poco... como miedo. ¡Sí!" - dijo Tico con confianza.
Senti-Pate sonrió ampliamente al ver lo bien que Tico estaba entendiendo sus emociones. Pero de repente, una sombra pasó por encima de ellos. Era Roco, un T-Rex alto y feroz. Roco siempre había sido un poco gruñón y a veces asustaba a los demás. Hoy parecía molesto.
"¡Hey, ustedes dos! No me miren así, me están haciendo sentir incómodo!" - dijo Roco frunciendo el ceño.
Senti-Pate, sin asustarse, se acercó al T-Rex, pensando en cómo ayudarlo.
"Hola, Roco. ¿Qué te pasa? Te veo con una cara muy enojada. ¿Estás triste?" - preguntó Senti-Pate.
Roco se sorprendió al escuchar eso. Nadie nunca le había preguntado cómo se sentía:
"No... no estoy triste. Solo estoy... confundido. Todos parecen divertirse y yo no sé cómo unirme a ustedes" - respondió Roco, bajando la mirada.
Senti-Pate sonrió, entendiendo lo que pasaba.
"¡Roco! Todos podemos aprender a jugar juntos. Ven, ¡juguemos a nombrar nuestras emociones!" - invitó Senti-Pate.
Roco dudó un momento, pero vio la calidez en la mirada de Senti-Pate y decidió unirse.
"Está bien, lo intentaré." - dijo con un poco de inseguridad.
Así que en ese instante, Senti-Pate, Tico y Roco comenzaron a hacer caras y jugaban a nombrar emociones. Cada vez que hacían una cara, reían, pero también hablaban de lo que sentían. Pasaron un rato muy divertido, y al final del juego, Roco se sentía mucho mejor.
"¡Gracias, amigos! He aprendido que no tengo que esconder lo que siento. ¡Puedo ser parte de ustedes también!" - exclamó Roco, brillando con una gran sonrisa.
Senti-Pate se sintió muy feliz al ver que todos estaban disfrutando.
"¡Eso es perfecto, Roco! Siempre es bueno hablar de nuestros sentimientos. ¡Así nunca estamos solos!" - dijo Senti-Pate.
Desde ese día, Senti-Pate se convirtió en el defensor de la inteligencia emocional en el valle. Junto a Tico y Roco, organizaron juegos semanales donde todos los dinosaurios podían compartir sus sentimientos y divertirse al mismo tiempo.
Y así, el simpático dinosaurio Senti-Pate enseñó a todos que lo más importante no solo era jugar, sino también comprender cómo se sentían y compartir esos sentimientos con los demás. Juntos, crearon un mundo lleno de alegría donde cada emoción tenía un lugar especial.
FIN.