El Dinosaurio Verde Elegante y Comilón



Había una vez un dinosaurio verde, elegante y siempre muy bien vestido. Se llamaba Dino. Dino tenía un gran problema: ¡le encantaba comer! A donde iba, siempre traía consigo un gran plato de su comida favorita: hojas frescas y tiernas.

Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con su amigo, el pajarito Pipo.

"¡Hola, Dino! ¿Adónde vas con ese plato tan grande?" - preguntó Pipo.

"Voy a probar las hojas de Arbolito, son las más ricas de todo el bosque" - respondió Dino con una sonrisa amplia.

"Pero, amigo, ¿no deberías cuidar el bosque? Las hojas son el hogar de muchos insectos y sus larvas" - rectificó Pipo.

Dino se quedó pensando y, aunque había disfrutado de las hojas que comía, empezó a darse cuenta de que tal vez había más cosas que apreciar en el bosque. Decidió que, antes de probar las hojas, exploraría y vería qué otras maravillas había para disfrutar.

Así que Dino comenzó a caminar por el bosque. A poco se encontró con una brillante flor azul que danzaba con el viento y le hizo sentir la brisa suave en su rostro.

"¡Wow! ¡Qué bella flor!" - exclamó Dino.

Mientras continuaba su paseo, Dino escuchó un suave murmullo cerca de un arroyo. Se acercó y vio a una familia de ranas saltemos y jugueteando en el agua.

"¿Puedo jugar con ustedes?" - preguntó Dino emocionado.

"Claro, ven!" - respondió la rana más pequeña, saltando hacia la orilla.

Dino, entusiasmado, empezó a chapotear en el agua. Se dio cuenta de que jugar era igual de divertido que comer. Él y las ranas jugaron al escondite y se rieron tanto que el tiempo pasó volando.

Después de un rato, Dino sintió un poco de hambre y recordó su plato de hojas. Sin embargo, al mirar a su alrededor, notó que ya no tenía tantas ganas de comer. Estaba disfrutando demasiado de su nueva experiencia.

Cuando finalmente se sentaron todos juntos a descansar, Pipo se unió a ellos.

"Dino, me alegra verte tan feliz. ¿Te das cuenta de que explorar y jugar puede ser más divertido que comer todo el tiempo?" - preguntó Pipo.

"Sí, lo sé ahora. Nunca pensé que habría tantas cosas maravillosas para ver y hacer en el bosque" - respondió Dino, sintiendo que su corazón estaba lleno de alegría.

Dino decidió que sería más equilibrado con su alimentación. A partir de ese día, en vez de comer tanto todas las hojas, dedicaba más tiempo a jugar y explorar. Ya no solo era un dinosaurio elegante y comilón, sino también un dinosaurio feliz con muchos amigos.

Y así, Dino descubrió que la vida estaba llena de aventuras y que, a veces, dejar de lado un poco la comida y abrirse a nuevas experiencias puede ser la mejor receta del mundo.

Desde ese día, Dino se convirtió en el dinosaurio explorador del bosque, compartiendo risas y aventuras con todos, y aprendiendo que la verdadera riqueza estaba en los lazos de amistad y las experiencias compartidas.

FIN.

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