El Dinosaurio Viejito y el Bosque de los Sueños



Érase una vez, en un rincón olvidado del mundo, un dinosaurio viejito llamado Dino. Dino era un Stegosaurio, y aunque su aspecto era un poco desgarbado y su color verde estaba desgastado por el tiempo, su corazón era enorme y lleno de amor. Vivía en un hermoso bosque lleno de árboles altos, flores brillantes y un río que susurraba secretos al viento.

Un día, mientras Dino disfrutaba de un descanso bajo su árbol favorito, escuchó un ruido raro. Eran los gritos de unos pequeños dinosaurios que estaban jugando cerca del río.

"¡Ayuda, ayúdennos!" - gritaban, asustados.

Dino se levantó y se acercó a ellos con paso lento. Cuando llegó, vio que un pequeño braquiosaurio llamado Bachi se había quedado atascado en un tronco caído.

"No se preocupen, pequeños. Yo puedo ayudar" - dijo Dino con voz suave.

Dino se acercó con cuidado y, usando su fuerte cola, empujó el tronco y lo movió de un lado. Todos aplaudieron emocionados.

"¡Eres el mejor!" - dijo una velocirraptor llamada Lila. "¿Cómo lo hiciste?"

"Con paciencia y esfuerzo, todo es posible" - respondió Dino, sonriendo feliz.

Los pequeños dinosaurios comenzaron a visitarlo todos los días. Querían aprender de su sabiduría y escuchar sus historias sobre tiempos pasados. Dino disfrutaba contarles sobre cómo era el mundo cuando él era joven, lleno de aventuras por cada rincón del bosque.

Un día, mientras contaba una historia sobre un volcán que hizo erupción, se dio cuenta de que los pequeños se veían preocupados.

"¿Qué pasa, chicos?" - preguntó Dino.

"Queremos ser fuertes y valientes como vos, pero a veces nos da miedo lo desconocido" - confesó Bachi.

Dino pensó un momento y luego dijo:

"Tener miedo es normal, pero también es parte de crecer. El coraje no es la ausencia de miedo, sino la decisión de seguir adelante a pesar de él."

Los pequeños dinosaurios se miraron entre sí, intrigados.

"Pero, ¿cómo hacemos eso?" - preguntó Lila.

"Practicando y apoyándonos unos a otros. ¿Qué tal si organizamos una expedición al otro lado del río? Allí hay un bosque que nunca han explorado" - propuso Dino.

Los pequeños estaban entusiasmados.

"¡Sí, eso suena genial!" - exclamó Bachi.

Así que, al día siguiente, se prepararon para su aventura. Dino les explicó cómo moverse por los terrenos difíciles y qué hacer si se encontraban con peligros. Todos se sentían emocionados y un poco nerviosos, pero siguieron adelante.

Cruzaron el río con cuidado y llegaron al otro lado. Allí, descubrieron un mundo lleno de maravillas: árboles que brillaban como el oro, flores que cantaban suaves melodías, y un arcoíris que tocaba la tierra.

"¡Es increíble!" - gritó Lila.

Sin embargo, de repente, se dieron cuenta de que estaban rodeados de niebla, y el miedo comenzó a asomarse.

"¿Qué hacemos ahora?" - preguntó Bachi, con la voz temblorosa.

"Recordemos lo que Dino nos enseñó. Juntos podemos enfrentar cualquier cosa" - dijo Lila con determinación.

Siguiendo el consejo de su viejo amigo, se cogieron las patas y gritaron juntos:

"¡Nada nos detendrá!"

De repente, la niebla empezó a despejarse, y frente a ellos apareció una colina llena de deliciosas frutas. Habían usado su valentía para atravesar lo desconocido y ver la belleza que había al otro lado.

"Lo logramos, lo logramos!" - brincaron felices.

Cuando regresaron a su hogar, los pequeños dinosaurios estaban llenos de felicidad. Dino los esperaba con una gran sonrisa.

"¿Lo disfrutaron?" - les preguntó.

"Sí, aprendimos que podemos ser valientes juntos" - respondió Bachi.

"Y que enfrentar nuestros miedos es parte de la aventura de crecer" - añadió Lila.

Dino sintió que su corazón se llenaba de orgullo. Sabía que había transmitido no solo su sabiduría, sino también el valor de la amistad y la confianza en uno mismo.

Desde ese día, Dino se convirtió en su guía y amigo, y los pequeños dinosaurios siempre regresaban con ganas de aprender más y desafiar sus miedos. Juntos, disfrutaron del viaje de crecer, rodeados del amor y la sabiduría de un dinosaurio viejito.,

FIN.

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