El Dirigible Soñado
Era un hermoso día de primavera en Buenos Aires en 1934. De repente, un gran dirigible apareció en el cielo, flotando suavemente con su enorme cuerpo de tela y su globo de gas brillante. Todos en la ciudad miraban hacia arriba, llenos de asombro.
"¡Mirá, Papá! ¿Qué es eso?", preguntó una niña llamada Sofía, señalando hacia el dirigible.
"Es un dirigible, Sofía. Un vehículo que puede volar por el aire, como un globo gigante", respondió su padre, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.
Mientras el dirigible sobrevolaba, un grupo de niños empezó a correr hacia el Parque Tres de Febrero. Querían ver de cerca el gigante. Cuando llegaron, se encontraron con una muchedumbre que ya esperaba. Algunos hombres disfrazados de aviadores estaban allí, y pronto anunciaron:
"¡Atención, niños! Vamos a hacer un concurso de dibujo. El ganador tendrá la oportunidad de hacer un paseo en el dirigible!"
Sofía se emocionó de inmediato. Ella amaba dibujar.
"Papá, ¿puedo participar?", preguntó con ojos brillantes.
"Por supuesto, cielo. ¿Qué vas a dibujar?", le respondió su padre. Sofía corrió a buscar sus lápices.
Decidida a ganar, Sofía dibujó el dirigible volando sobre su ciudad. En la imagen, el dirigible llenaba el cielo, rodeado de nubes y niños jugando en la tierra. Cuando terminó, se acercó a los jueces, que miraban las obras con atención.
El desafío fue difícil. Niños de todas partes había presentado hermosos dibujos, pero cuando llegó el turno de anunciar al ganador, todos en la plaza contenían la respiración.
"¡El ganador es... Sofía!" gritó uno de los jueces.
"¡Sí!", gritó Sofía, y saltó de alegría.
Fue llevada al dirigible, donde la recibieron todos los aviadores. Uno de ellos, un hombre de ojos brillantes y con una gran bufanda, se presentó:
"¡Hola, pequeña artista! Soy el Capitán Tomás. ¿Estás lista para una aventura?"
Sofía no podía dejar de sonreír.
"Sí, ¡estoy lista!" exclamó.
Mientras subían, Sofía se sentó junto al capitán. El dirigible comenzaba a elevarse lentamente, y las vistas se volvían más y más impresionantes. Desde lo alto, la ciudad parecía un enorme tablero de juego, con caminos y edificios que resonaban en la lejanía.
"¿Sabías que los dirigibles pueden hacer muchas cosas?", le comentó el capitán.
"¿Como cuáles?", preguntó Sofía, con curiosidad.
"Pueden llevar personas y cargas a lugares lejanos. Además, son una forma de transporte muy amigable con el medio ambiente", explicó.
Sofía miraba a su alrededor con fascinación. Pero de repente, notó algo extraño.
"Capitán, creo que hay algo en el cielo...", dijo, señalando unas nubes oscuras que comenzaban a acercarse.
"¡Oh, no! ¡Una tormenta se aproxima!", exclamó el capitán mientras giraba el timón.
El dirigible se sacudió un poco mientras la tormenta llegaba, y el viento soplaba fuerte. Sofía sintió un poco de miedo.
"Capitán, ¿estamos en peligro?" preguntó con la voz temblorosa.
"Nada que un buen piloto no pueda manejar. Confía en mí, y mantente firme", le dijo el capitán con tranquilidad.
Sofía respiró hondo y trató de concentrarse. Miró hacia adelante a la gran ciudad que amaba, deseando volver, y comenzó a imaginar cómo lo harían de nuevo.
Finalmente, el capitán logró llevar el dirigible a un lugar seguro. Cuando aterrizaron, todos aplaudieron, incluidos los padres de Sofía que sabían que su hija había tenido una gran aventura.
"¡Eres una verdadera valentía, Sofía!", le dijo su padre.
"¡Sí, hasta pensé que no lo lograríamos!", agregó la madre entre risas.
Sofía sonrió, sintiéndose orgullosa. Sabía que no solo había tenido un viaje emocionante, sino que había aprendido sobre la perseverancia y la valentía.
"Gracias, Capitán. ¡Espero volar de nuevo!", dijo Sofía con gratitud.
"Y recuerda, siempre que tengas un sueño, ¡nunca dejes de perseguirlo!", contestó el capitán.
Sofía volvió a casa esa noche con una historia que contar y un nuevo sueño: ser piloto de dirigibles un día. Así, el dirigible que sobrevoló Buenos Aires no solo dejó huellas en el cielo, sino también en el corazón de una pequeña soñadora.
FIN.