El disfraz mágico


Había una vez, en un pequeño campo rodeado de árboles frondosos, un gallinero muy especial. En ese lugar vivían el conejo y el pato, dos amigos inseparables que compartían no solo su hogar, sino también muchas aventuras juntos.

Un día soleado, mientras los animales jugaban en el jardín del gallinero, un zorro astuto llamado Zorrito se acercó sigilosamente al lugar. Al verlo llegar, el conejo y el pato se quedaron paralizados de miedo.

- ¡Oh no! ¡Es Zorrito! -exclamó asustado el conejo-. Debemos hacer algo para proteger a nuestras amigas las gallinas. - Tienes razón, amigo conejo. No podemos permitir que les haga daño -respondió decidido el pato.

Ambos amigos pensaron rápidamente en una estrategia para ahuyentar al temible zorro y proteger a las gallinas. Entonces tuvieron una idea brillante: disfrazarse como si fueran uno de ellos.

El conejo tomó algunas plumas que habían caído del gallinero y se las colocó en la cabeza para simular ser una gallina gigante. Por su parte, el pato encontró un sombrero viejo y lo puso sobre su cabeza intentando parecerse a otro animal del corral.

Cuando terminaron de disfrazarse, salieron valientemente hacia donde estaba Zorrito sin dudarlo ni un segundo. - ¡Hola Zorrito! ¿Qué te trae por aquí? -dijo con voz temblorosa pero tratando de aparentar valentía el "coneja-gallina". - Oh, hola... -respondió sorprendido Zorrito al ver a los extraños animales-.

Solo estaba dando un paseo por aquí. - ¿Un paseo? ¡Qué casualidad! Nosotros también estábamos dando un paseo y pensábamos que sería divertido jugar contigo.

¿Te gustaría? El zorro, intrigado por la propuesta del conejo disfrazado de gallina gigante y el pato con su sombrero extraño, aceptó sin sospechar nada. Los tres comenzaron a jugar a las escondidas y a correr por el campo. El conejo saltaba como loco mientras el pato graznaba intentando imitar las risas de las gallinas.

La estrategia funcionó tan bien que Zorrito se divirtió tanto que olvidó completamente sus planes de hacer daño en el gallinero.

Mientras jugaban, los amigos aprovecharon para enseñarle al zorro sobre la importancia de cuidar y respetar a todos los habitantes del campo, incluyendo a las gallinas. Con el paso del tiempo, Zorrito se convirtió en amigo inseparable del conejo y el pato. Todos juntos aprendieron grandes lecciones sobre amistad, confianza y respeto hacia los demás seres vivos.

Desde aquel día, nunca más hubo problemas en el gallinero gracias al ingenio del conejo y la valentía del pato para enfrentarse al temible zorro.

Y así fue como estos tres amigos demostraron que incluso ante situaciones difíciles siempre hay una solución pacífica si se trabaja en equipo y se utiliza la creatividad. Y colorín colorado, esta historia llena de enseñanzas y amistad ha terminado.

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