El doble y la mariposa
Había una vez un niño llamado Tomás, quien solía ser muy alegre y extrovertido. Pero un día, empezó a sentir que algo extraño estaba sucediendo.
Se miraba en el espejo y se sentía como si hubiera alguien más allí. "Mamá, ¿tú también ves a ese doble que me sigue a todas partes?"- preguntó preocupado Tomás. Su mamá lo abrazó con ternura y le dijo: "No te preocupes cariño, no hay ningún doble siguiéndote.
Tal vez estés pasando por un momento difícil y eso está afectando tu forma de ver las cosas". Pero Tomás seguía sintiendo la presencia de ese —"doble" todo el tiempo.
Incluso cuando jugaba con sus amigos o hacía tareas escolares, esa sensación no desaparecía. Un día, mientras caminaba por el parque cercano a su casa, vio una mariposa herida en el suelo. Sin pensarlo dos veces, decidió ayudarla.
"¿Estás bien amiguita? No te preocupes yo te ayudaré"- dijo Tomás mientras la tomaba con mucho cuidado. Durante los siguientes días, Tomás se dedicó a cuidar de la mariposa herida. Le daba agua y comida para que pudiera recuperarse. Poco a poco fue notando cambios en sí mismo.
Ya no sentía esa presencia constante del —"doble" . Se sentía más tranquilo y feliz al saber que estaba haciendo algo bueno por otro ser vivo. Finalmente llegó el día en que la mariposa se recuperó completamente y pudo volar libremente otra vez.
Tomás se sintió muy feliz al verla volar y se dio cuenta de que había aprendido una gran lección. "Mamá, ahora entiendo lo que pasa.
No es que tenga un doble, es solo que necesitaba encontrar algo en lo que enfocarme para sentirme mejor"- dijo Tomás con una sonrisa en su rostro. Desde ese día, Tomás decidió siempre buscar maneras de ayudar a los demás y hacer el bien.
Y nunca más volvió a sentir la presencia del —"doble" .
FIN.