El Doctor en la Montaña



Había una vez un doctor llamado Martín, que era famoso por su gran dedicación a ayudar a los demás. Un día, decidió hacer una excursión a la montaña para despejar su mente y disfrutar de la naturaleza. Mientras caminaba por un sendero, admirando las hermosas vistas, cometió un pequeño tropiezo y cayó. Al levantarse, se dio cuenta de que su tobillo estaba torcido y le dolía mucho.

"Ay, ¿cómo me pude lastimar justo aquí, lejos de casa?" - exclamó Martín, sentándose en una piedra para descansar.

A pesar de su dolor, sabía que tenía que hacer algo. Entonces, decidió seguir adelante con la ayuda de sus conocimientos médicos. Se miró alrededor, buscando algo que le pudiese ayudar.

"Voy a necesitar una venda. Hmm..." - pensó, mientras buscaba entre sus cosas. Entonces, recordó que siempre llevaba un pequeño botiquín en su mochila.

Martín sacó su botiquín, que tenía esparadrapo y algunas gasas. Con cuidado, envolvió su tobillo con unas vendas improvisadas y se decidió a seguir su camino muy despacio. Sin embargo, a lo lejos escuchó un llanto.

"¿Qué será eso?" - se preguntó. Siguiendo el sonido, encontró a una pequeña niña atrapada en un arbusto.

"¡Hola! ¿Estás bien?" - preguntó Martín, acercándose con cautela.

"¡No! Me caí y no puedo salir de aquí!" - sollozó la niña, que se llamaba Sofía.

"Tranquila, Sofía. Soy médico y puedo ayudarte. Voy a buscar una rama fuerte para liberarte, ¿de acuerdo?" - dijo Martín, olvidando momentáneamente su propio dolor.

Martín se movió con mucho cuidado y encontró una rama que parecía resistente. Regresó y comenzó a desatar las ramas que mantenían atrapada a Sofía.

"¡Ay, gracias, doctor!" - exclamó Sofía cuando estuvo libre.

"No hay de qué. Ahora debo regresar a casa, pero necesito ayudarte a encontrar a tus padres primero. ¿Puedes caminar?" - preguntó Martín, apoyándose en su propio dolor.

"Sí, puedo caminar. ¡Vamos!" - dijo Sofía, que ahora sonreía de oreja a oreja.

Mientras caminaban, Sofía empezó a preguntarle sobre su trabajo como médico.

"Doctor, ¿te gusta ayudar a la gente?" - preguntó curiosa.

"Sí, me encanta. Ver a las personas sanas y felices es lo que más disfruto en mi trabajo" - respondió Martín.

Finalmente, tras un largo y cuidadoso camino, encontraron a los padres de Sofía, quienes estaban muy preocupados.

"¡Sofía! Nos tenías muy asustados!" - gritó su madre, abrazándola con fuerza.

"Mami, conocí a un doctor que me ayudó!" - dijo la niña.

Los padres de Sofía, agradecidos, se acercaron a Martín.

"Gracias por cuidar de nuestra hija y ayudarla a regresar. Te debemos una!" - dijo el padre de Sofía.

"No fue nada, solo hice lo que debía hacer. Aunque, me he lastimado un poco en el camino" - respondió Martín con una sonrisa."Pero no hay problema, me voy a cuidar".

A pesar de haber pasado por un pequeño accidente, Martín se sentía feliz. No solo había ayudado a Sofía, sino que también aprendió que, incluso en los momentos difíciles, uno puede cumplir con su deber y hacer una diferencia. Así que, entre risas y abrazos, Martín y Sofía se despidieron y cada uno volvió a su hogar, llevando consigo nuevos aprendizajes.

FIN.

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