El Doctor Roberto y el Camino de la Medicina


atendía a todos los habitantes de la ciudad con su gran sabiduría y cuidado. El doctor Roberto, como era conocido por todos, tenía un trato especial con sus pacientes.

Siempre les explicaba detalladamente qué les ocurría y cómo podían cuidarse mejor. Además, les recordaba la importancia de llevar una vida saludable para prevenir enfermedades. Un día, mientras el doctor Roberto caminaba hacia el hospital, vio a un grupo de niños jugando en el parque.

Se acercó curioso y se encontró con Martín, un niño muy inquieto que le preguntó:- ¡Hola doctor! ¿Qué es lo que hace usted todo el día en ese lugar? El doctor Roberto sonrió y respondió:- Hola Martín.

Yo soy médico y trabajo aquí para ayudar a las personas enfermas. Les curo cuando están lastimadas o enfermas. Martín quedó impresionado y exclamó:- ¡Wow! Eso es increíble, doctor.

¿Puedo ser como usted cuando sea grande? El doctor Roberto se agachó para estar a la altura del niño y le dijo:- Claro que puedes, Martín. Solo necesitas estudiar mucho para aprender sobre el cuerpo humano y cómo cuidarlo. También debes ser amable con las personas y siempre tener ganas de ayudar.

Martín asintió emocionado y prometió al doctor Roberto que seguiría su consejo. Los días pasaron rápidamente y Martín comenzó a interesarse cada vez más en la medicina. Leía libros sobre anatomía humana e investigaba sobre diferentes enfermedades.

Incluso empezó a practicar primeros auxilios con sus amigos del barrio. Un día, mientras jugaban a la pelota, Lucía, una de las amigas de Martín, se lastimó el brazo.

Martín recordó todo lo que había aprendido y rápidamente fue en su ayuda. - Tranquila, Lucía. Voy a cuidarte como lo haría el doctor Roberto -dijo Martín con seguridad. Con mucho cuidado, Martín inmovilizó el brazo de Lucía y le explicó qué debían hacer hasta que llegara la ayuda médica.

Todos sus amigos quedaron asombrados por su conocimiento y habilidades. Cuando el doctor Roberto se enteró de lo ocurrido, no pudo evitar sentirse orgulloso de Martín. Decidió invitarlo al hospital para mostrarle cómo era su trabajo en detalle.

Martín estaba emocionado por la oportunidad y acompañó al doctor Roberto durante un turno nocturno.

A medida que recorrían los pasillos del hospital atendiendo a los pacientes, Martín se dio cuenta del arduo trabajo y dedicación que requería ser médico. Finalmente, al finalizar el turno, el doctor Roberto le dijo a Martín:- Has sido un gran ayudante esta noche, Martín. Me has demostrado tu interés en la medicina y tu deseo genuino de ayudar a los demás.

Estoy seguro de que serás un excelente médico cuando crezcas. Martín sonrió radiante y respondió:- Gracias por mostrarme tu trabajo tan especial, doctor Roberto.

¡Estoy aún más motivado para estudiar medicina ahora! A partir de ese día, Martín siguió estudiando con dedicación para cumplir su sueño de convertirse en médico como el doctor Roberto.

Y así fue como aquel pequeño encuentro en el parque cambió la vida de Martín y lo inspiró a ayudar a los demás, siempre recordando las valiosas enseñanzas del doctor Roberto.

Dirección del Cuentito copiada!