El Dolor de un Beso
Era un hermoso día en el Jardín de las Flores Radiantes, donde vivían dos amigos inseparables: Ani, una alegre mariposa de colores brillantes, y Milo, un simpático caracol que siempre llevaba su casita a cuestas. Un día, mientras jugaban cerca del Arroyo Espejo, Ani se sintió muy emocionada.
-Soy tan feliz aquí, Milo. ¿No te gustaría volar como yo? -le dijo Ani mientras revoloteaba de flor en flor.
-Sí, Ani, me encantaría sentir el viento en mi cara, pero mi casa es pesada. -respondió Milo con una sonrisa.
Ani se detuvo y miró a su amigo con ternura. Tenía una idea brillante que podría cambiar la situación.
-Y si te ayudo a volar, ¿te gustaría? -preguntó ella con ojos brillantes.
-¡Oh, sí! Pero, ¿cómo lo harías? -se interesó Milo.
Ani pensó durante un momento y luego propuso:
-Podría llevarte en mi espalda. ¡Sería como un viaje en mi avión de mariposa!
Milo, lleno de entusiasmo, aceptó la idea y se subió en la espalda de Ani. Ella empezó a volar suavemente. Al principio, Milo estaba un poco nervioso, pero pronto se dio cuenta de que era una gran aventura.
-¡Mira! ¡Puedo ver todo desde aquí! -gritó Milo.
-¡Sí! ¡Es hermoso! -respondió Ani llena de alegría.
Sin embargo, de repente, un fuerte viento comenzó a soplar. Ani intentó volar más alto, pero el viento era demasiado fuerte y la comenzó a desestabilizar.
-¡Ani, cuidado! -gritó Milo con preocupación.
Ani se esforzó por mantener el control, pero en un instante, perdió su equilibrio y Milo se cayó de su espalda.
-Milo, ¡no! -exclamó Ani mientras se precipitaba hacia él.
Milo aterrizó en un montículo de hojas, sin daños, pero un poco mareado. Ani se acercó rápidamente.
-¡Estás bien! -dijo Ani con alivio.
-Sí, pero ahora tengo un gran dolor de cabeza. -dijo Milo, mientras se frotaba la cabeza.
-Perdóname, Milo. No quise que esto pasara. -dijo Ani apenada.
-Está bien, Ani. Sabes que no quería volar tan alto. Pero sí me encantó la experiencia. -respondió Milo.
Ani agachó su cabeza, preocupada, cuando de pronto vio que sus alas brillaban más que nunca.
-¿Qué te sucede? -preguntó Milo, intrigado.
-¡No sé! Pero creo que mis alas están doradas porque me siento mal por lo que pasó. -dijo Ani preocupada.
Milo sonrió.
-Cada error nos enseña algo. Nunca debes cargar con el peso de un beso, aunque esta vez fue un beso de amistad y aventura. -dijo sabio para su edad.
-¿Un beso de amistad? -preguntó Ani curiosa.
-¡Sí! A veces un beso significa que nos cuidamos y nos entendemos. No siempre es algo triste. ¡Al contrario! -respondió Milo mientras iba hacia Ani con su caracolito material para crear algo.
-¿De qué se trata, Milo? -preguntó Ani, algo confundida.
-Quiero mostrarte algo. Con esto, podemos hacer un juguete de lo que nos pasó. ¡Tomemos una flor y hagamos una cometa! -dijo Milo entusiasmado.
Así que juntos, construyeron una cometa hecha de pétalos de flores. Ani le enseñó a Milo cómo volar la cometa en el cielo. Mientras la cometa danza con el viento, ambos aprendieron que, aunque a veces las cosas no salen como uno espera, puedes encontrar alegría y nuevas aventuras.
-¡Mira cómo vuela nuestra cometa! -exclamó Ani feliz.
-Sí, y todo gracias a nuestra amistad. -sonrió Milo orgulloso.
Esa día, Ani y Milo descubrieron que hacer crecer sus sueños a veces conlleva riesgos, pero que siempre hay formas de levantarse y seguir adelante, disfrutando de las pequeñas cosas y del fortalecimiento de su amistad. A pesar del pequeño accidente, jamás dejaron de perseguir aventuras juntos, y siempre recordaron que un beso de amistad puede ser la semilla para grandes aprendizajes.
Y así, en el Jardín de las Flores Radiantes, Ani y Milo se convirtieron en los mejores amigos, compartiendo y destacando el valor de la comprensión entre amigos y que todos merecen volar alto, sin miedo a caer.
FIN.