El don de Kataleya
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una niña llamada Kataleya. Ella era muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras para vivir.
Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa, se encontró con una mariposa herida en el suelo. "¡Ay, pobre mariposa! ¿Qué puedo hacer para ayudarte?" -se preguntó Kataleya con tristeza. La niña decidió llevarla a su casa y cuidar de ella hasta que se recuperara.
Día tras día, Kataleya dedicaba tiempo a alimentar a la mariposa y asegurarse de que estuviera cómoda en un pequeño terrario que había armado con mucho cuidado. Pasaron las semanas y la mariposa finalmente se recuperó.
Para sorpresa de Kataleya, en lugar de volar lejos, la mariposa decidió quedarse cerca de la niña como si quisiera mostrarle algo.
Un día, cuando Kataleya seguía a la mariposa por el bosque, llegaron a un claro donde descubrieron un árbol mágico lleno de frutos brillantes y coloridos. La mariposa revoloteaba alrededor del árbol mientras parecía susurrarle algo a Kataleya. "¿Qué es lo que me quieres decir?" -preguntó la niña con asombro.
De repente, el árbol comenzó a brillar intensamente y una voz cálida resonó en el aire: "Kataleya, has demostrado tu bondad y valentía al cuidar de esta mariposa herida. Como recompensa, te otorgo el don de poder comunicarte con los animales y las plantas".
Kataleya estaba emocionada y agradecida por este regalo tan especial. A partir de ese momento, se convirtió en la guardiana del bosque, ayudando a los animales heridos, hablando con las plantas para conocer sus necesidades y manteniendo vivo el espíritu mágico del lugar.
Los habitantes de Villa Esperanza pronto empezaron a notar los cambios positivos en el bosque gracias al trabajo de Kataleya. La armonía entre los seres vivos floreció como nunca antes visto.
Y así fue como la valentía y bondad de una niña llamada Kataleya lograron traer magia y alegría no solo al bosque sino también a todo su pueblo.
FIN.