El don de Mateo



En el hospital materno infantil de Badajoz, en la planta 8, existía un poder mágico muy especial y oculto.

Este poder aguardaba silencioso a que llegara un niño único, carismático y lleno de energía, quien sería el único capaz de descubrirlo con la ayuda de su hechicera. Cierto día, nació en ese hospital un niño llamado Mateo. Desde pequeño, se destacaba por su alegría contagiosa y su curiosidad insaciable.

La hechicera del hospital, la enfermera Clara, observaba atentamente a Mateo sabiendo que él era el elegido para desvelar el misterioso poder.

Una noche, mientras todos dormían en la planta 8 del hospital, Mateo sintió una extraña sensación que lo llevó hasta una habitación secreta detrás de una puerta disimulada. Allí encontró a Clara esperándolo con una sonrisa cálida. "¡Hola Mateo! Te estaba esperando. Has demostrado tener un corazón puro y valiente", dijo Clara con ternura. "¿Qué es este lugar tan increíble?", preguntó Mateo maravillado.

Clara le explicó que en esa habitación se encontraba el poder mágico más grande y antiguo jamás visto: la capacidad de sanar con amor y bondad. Solo aquellos destinados a grandes cosas podían acceder a ese don tan especial.

"Mateo, tú eres ese niño especial lleno de energía positiva que puede hacer uso de este poder para ayudar a los demás", le reveló Clara con orgullo.

Desde ese día, Mateo comenzó a visitar la habitación secreta regularmente junto a Clara. Aprendió a canalizar el amor y la bondad que había en su corazón para aliviar el dolor y traer alegría a los niños enfermos del hospital. Su presencia irradiaba luz y esperanza por donde pasaba.

Con el tiempo, la fama de las curaciones milagrosas realizadas por Mateo se extendió más allá de las paredes del hospital. Muchos lo llamaban "el niño sanador" y acudían desde distintas partes en busca de su ayuda.

Pero lo más importante para Mateo no era la fama o el reconocimiento; sino ver las sonrisas en los rostros antes tristes de los niños enfermos convertirse en muecas felices gracias a su don especial.

Así, Mateo creció rodeado del cariño de todos aquellos a quienes había ayudado con su poder mágico escondido en el hospital materno infantil de Badajoz. Siempre recordaría aquella experiencia como un regalo invaluable que lo acompañaría toda su vida.

FIN.

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