El Dragón Amigable y sus Pequeños Amigos



Había una vez en un colorido valle, un dragón llamado Dimi. A diferencia de los dragones de los cuentos, Dimi no era feroz ni escupía fuego. En vez de eso, Dimi tenía el corazón más tierno de todo el reino. La gente del pueblo lo quería mucho, pero los niños del lugar eran los más felices de todos porque Dimi siempre jugaba con ellos.

Un día, mientras Dimi volaba sobre el bosque, escuchó a unos niños discutiendo cerca de un claro. Curioso, decidió acercarse.

"¿Qué les pasa, chicos?" - preguntó Dimi, aterrizando suavemente.

Los niños, sorprendidos, respondieron al unísono: "¡Estamos peleando por un juguete!"

Dimi pensó por un momento y dijo: "¿No creen que es mejor compartirlo?"

Los niños se miraron entre sí, y uno de ellos, llamado Lucas, respondió: "Pero es mío y no quiero que nadie más juegue con él."

Dimi, recordando su propia infancia, decidió ayudar. "Así como yo tengo alas que me permiten volar, ustedes tienen la imaginación que les permite crear juegos!"

"¿Cómo?" - preguntó una nena llamada Lila, con curiosidad.

"Podríamos hacer un juego donde todos participen. Un juego de aventuras donde su juguete sea el tesoro que tenemos que encontrar juntos!"

Los ojos de los niños brillaron ante la idea. Y así, juntos empezaron a inventar una historia sobre un tesoro escondido. Dimi se convirtió en el caballero valiente que custodiaba el tesoro, y los niños en valientes exploradores.

A medida que avanzaban en su imaginación, se olvidaron de su pelea y empezaron a reír y jugar juntos. Pero de repente, al llegar al final de la historia, el tesoro que habían buscado se convirtió en un desafío.

"¿Y ahora cómo lo abrimos?" - preguntó Lucas, un poco preocupado.

Dimi, con una sonrisa confiada, respondió: "Con la clave del respeto y el amor. ¿Qué tal si cada uno de nosotros dice algo bonito sobre otro?"

Los niños dudaron, pero cada uno comenzó a decir algo amable. "A mí me gusta cómo dibujas, Lila!" - dijo un niño.

"Esas son las mejores ideas, Lucas. Siempre sabes lo que hacer!" - agregó otra.

Dimi observó a los niños llenarse de alegría, y al final, abriendo un cofre imaginario, exclamó: "¡El tesoro es su amistad! Y eso es lo más valioso de todos!"

Los pequeños se miraron, sintiéndose más cercanos que nunca. "¡Sí! ¡Estamos todos juntos en esto!" - gritaron.

Desde ese día, Dimi y los niños aprendieron que el amor y el respeto eran la clave para disfrutar de la vida y las aventuras juntos. Y aunque siguieron jugando, cada vez que había una pelea, recordaban a Dimi y lo que él les había enseñado.

Y así, Dimi se convirtió no solo en amigo de los niños, sino también en su mejor maestro, y el reino entero vivió en armonía y alegría gracias a su sabiduría, jugando y creando historias que jamás olvidarían.

FIN.

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