El dragón amigo de las princesas valientes
Había una vez en un lejano reino, un castillo imponente donde vivían dos princesas valientes y bondadosas. Las princesas Adela y Sofía eran hermanas inseparables que compartían todo, desde sus secretos hasta sus aventuras.
Un día, mientras paseaban por los jardines del castillo, vieron a lo lejos una columna de humo que se elevaba desde la aldea cercana. Preocupadas por sus habitantes, decidieron ir a investigar.
Al llegar, descubrieron que un feroz dragón había atacado el pueblo y había causado estragos. Las valientes princesas no dudaron ni un segundo en ayudar a la gente del pueblo. Se acercaron al dragón con valentía y determinación. - ¡Alto ahí, dragón! -exclamó Adela con voz firme.
El dragón se sorprendió al ver a las princesas enfrentándolo y decidió escuchar lo que tenían para decir. - ¿Por qué estás causando tanto daño en este pacífico pueblo? -preguntó Sofía con ternura en su voz.
El dragón explicó que se sentía solo y malentendido, y que atacaba porque pensaba que así ganaría respeto y atención. Las princesas comprendieron la situación del dragón y decidieron tenderle una mano amiga en lugar de combatirlo.
Juntas idearon un plan para ayudar al dragón a integrarse pacíficamente en la comunidad. Lo invitaron a vivir en el castillo junto a ellas, donde sería tratado con respeto y cariño. Además, le enseñarían habilidades útiles para que pudiera colaborar con el bienestar de todos.
Con el tiempo, el dragón se convirtió en un miembro querido de la familia real y del pueblo. Ayudaba a apagar incendios con su aliento de fuego controlado e incluso participaba en divertidos espectáculos para entretener a los niños.
La historia de cómo las princesas Adela y Sofía lograron convertir a un temible dragón en un amigo fiel se difundió por todo el reino como ejemplo de comprensión, empatía y trabajo en equipo.
Desde entonces, el castillo de pieza con las dos valientes princesas, el amistoso dragón y la aldea cercana vivieron en armonía y paz, recordando siempre que no hay problema tan grande que no pueda resolverse con amor y solidaridad.
Y colorín colorado este cuento ha acabado pero nuestro mensaje quedará grabado: ¡la verdadera fuerza está en la unidad!
FIN.