El dragón amistoso



Había una vez en un reino muy lejano, un dragón solitario llamado Furia que vivía en lo alto de una montaña. Todos los habitantes del reino temían su presencia y se alejaban de él.

Un día, la princesa Sofía decidió visitar al dragón para conocerlo mejor. Al llegar a la cima de la montaña, el dragón la recibió con desconfianza pero ella le habló con amabilidad y le ofreció arroz y mandarinas como muestra de su buena intención.

Furia no podía creer que alguien se preocupara por él y aceptó las ofrendas de la princesa.

A partir de ese momento, comenzaron a hablar todos los días sobre sus vidas y descubrieron que tenían más cosas en común de lo que pensaban. La princesa enseñaba al dragón a leer y escribir mientras Furia le contaba historias sobre los tiempos antiguos del reino.

Juntos cultivaron un huerto donde plantaron arroz y mandarinas para compartir con los demás habitantes del reino. Un día, unos ladrones atacaron el huerto para robar toda la comida pero Furia logró ahuyentarlos con su fuego. La princesa Sofía comprendió entonces que el dragón era más valiente e inteligente de lo que muchos creían.

A partir de ese momento, todos los habitantes del reino comenzaron a ver al dragón como un amigo en lugar de un enemigo gracias a las enseñanzas y ejemplo de la princesa Sofía.

Y así fue como el dragón solitario encontró amigos verdaderos gracias a una princesa valiente y bondadosa.

FIN.

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