El dragón de destellos y el hada traviesa


Había una vez en el bosque encantado de Villa Mordelón, un pequeño dragón llamado Fang. Fang era diferente a los demás dragones: en lugar de escupir fuego por la boca, lanzaba brillantes destellos de luz.

Esto hacía que los demás habitantes del bosque lo miraran con curiosidad y a veces hasta con miedo.

Un día, mientras Fang volaba por el bosque practicando sus destellos de luz, se encontró con Lila, una hada traviesa que estaba causando problemas en el pueblo de los duendes. Los duendes estaban muy molestos y asustados por las travesuras de Lila, y no sabían cómo detenerla. "¡Alto ahí, hada traviesa!" -exclamó Fang al ver a Lila revoloteando entre los árboles.

"¿Por qué haces tanto daño a los pobres duendes?"Lila se rió con malicia y respondió: "No es asunto tuyo, pequeño dragón. Soy libre de hacer lo que quiera en este bosque.

"Fang no se dio por vencido y decidió ayudar a los duendes a detener a Lila. Con sus destellos de luz logró deslumbrarla y hacer que cayera al suelo. Los duendes aprovecharon la oportunidad para atraparla y llevarla ante el rey del bosque.

El rey del bosque escuchó atentamente la historia de Fang y decidió darle una lección a Lila sobre respeto y convivencia pacífica en el bosque. Lila pidió perdón sinceramente y prometió cambiar su comportamiento.

Desde ese día, Fang se convirtió en un héroe para todos en Villa Mordelón. Los duendes lo aclamaban como su protector, y las hadas lo miraban con admiración por su valentía y bondad.

Pero lo más importante para Fang fue darse cuenta de que ser diferente no era algo malo; al contrario, ¡era lo que lo hacía especial! Aprendió que cada uno tiene habilidades únicas que pueden usar para hacer del mundo un lugar mejor.

Y así, entre destellos de luz y risas de hadas arrepentidas, Fang siguió surcando los cielos del bosque encantado, recordando siempre la importancia de ser fiel a uno mismo y nunca tener miedo de brillar con luz propia.

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