El Dragón de la Luz


Había una vez, en la antigua Noruega, un pequeño dragón llamado Hans. Vivía junto a su hermana gemela Elina y sus hermanos mayores Ragnar y Loki.

Todos ellos tenían la maravillosa habilidad de lanzar fuego y volar por los cielos. Sin embargo, había algo que entristecía mucho a Hans. A pesar de intentarlo una y otra vez, no podía lanzar fuego como el resto de su familia. Esto lo hacía sentir diferente e incompleto.

Un día soleado, mientras sus hermanos jugaban en el aire lanzando llamas brillantes, Hans decidió darle una última oportunidad a su deseo de poder hacerlo también. Se concentró con todas sus fuerzas y cerró los ojos con determinación.

De repente, algo extraordinario ocurrió. En lugar del fuego rojo y ardiente que todos esperaban ver salir de la boca de Hans, salió un increíble fuego multicolor. Su llama era tan deslumbrante como un arcoíris en el cielo.

Los demás dragones se quedaron asombrados ante este nuevo talento que había descubierto Hans.

Elina se acercó emocionada a su hermano y le dijo: "-¡Hans! ¡Tu fuego es mágico!"Ragnar y Loki aplaudieron emocionados al ver la increíble habilidad de su pequeño hermano. Desde ese día, todos admiraron el don especial que poseía Hans para crear llamas multicolores únicas en todo el reino de los dragones.

A medida que pasaba el tiempo, otros dragones comenzaron a acercarse a Hans para aprender cómo lograba lanzar fuego multicolor. Hans, con una sonrisa en su rostro, les enseñaba pacientemente que la clave estaba en creer en sí mismos y perseverar.

Pronto, los dragones de todas las edades volaban juntos por los cielos noruegos lanzando fuego multicolor, llenando el paisaje de alegría y belleza. Hans se convirtió en un verdadero líder para su comunidad de dragones, demostrándoles que todos somos especiales a nuestra manera.

La historia de Hans se extendió más allá del reino de los dragones. Las demás criaturas mágicas también quedaron maravilladas por su talento único. Los elfos bailaban alrededor del fuego multicolor y las hadas tejían hilos brillantes con sus colores.

Hans comprendió entonces que su habilidad no solo lo hacía feliz a él, sino que también traía felicidad a todos aquellos que tenían la fortuna de presenciarla.

Aprendió que ser diferente no es algo malo, sino una oportunidad para mostrar al mundo toda la magia que llevamos dentro. Desde aquel día, cada vez que Hans volaba por los cielos junto a su familia y amigos, dejaba tras de sí un rastro luminoso de colores vibrantes.

Su corazón se llenaba de gratitud y amor por todo lo hermoso que podía crear. Y así, el pequeño dragón Hans nos enseña la importancia de buscar nuestra propia luz interior y compartirla con el mundo sin importar nuestras diferencias.

Porque todos tenemos algo especial dentro nuestro esperando ser descubierto y valorado.

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