El Dragón de la Tetera
En un pequeño pueblo llamado Tetería, había una antigua tetera de cerámica que había sido heredada por generaciones. Esa tetera tenía un secreto muy especial: en su interior vivía un dragón diminuto llamado Dimi. Dimi soñaba con volar libre por los cielos, pero siempre se sentía atrapado y pequeño en su té en la tetera.
Una mañana, una niña llamada Sofía, que amaba las aventuras, se acercó a la tetera para prepararse un té. Mientras la hervía, un pequeño destello de luz salió de la tetera y Dimi apareció ante ella.
"Hola, soy Dimi, el dragón de la tetera. ¿Puedes ayudarme a volar?" - dijo Dimi con una voz suave y melodiosa.
Sofía, sorprendida, sonrió y respondió:
"¡Wow! ¡Un dragón! ¿Pero cómo puedo ayudarte a volar? Estás muy pequeño."
"No soy solo pequeño, tengo un gran sueño. Pero necesito tu ayuda para encontrar el coraje y la fuerza que tengo dentro de mí" - dijo Dimi, mientras batía sus alas que apenas eran del tamaño de una hoja de papel.
Sofía pensó por un momento y dijo:
"Podríamos practicar juntos. Si vuelas hacia adelante, creo que podrías encontrar el valor para volar más alto.
Así, Sofía y Dimi comenzaron su aventura en el jardín de su casa. Sofía lo animaba mientras Dimi daba pequeños saltos.
"¡Vamos, Dimi! ¡Pruébalo! ¡Eres un dragón!" - exclamó Sofía.
Pero Dimi se sentía inseguro. Cada vez que intentaba saltar un poco más alto, caía de nuevo.
"No puedo, Sofía. Soy muy pequeño" - decía, mirando hacia el cielo azul.
"¡Todos empezamos siendo pequeños! ¡Mirá a los árboles! Al principio, también eran semillas" - lo alentó Sofía, recordando que cada gran cosa comienza desde algo pequeño.
Dimi asintió y, con el aliento de Sofía, intentó saltar nuevamente. Pero esta vez, cuando saltó, algo mágico sucedió: sus alas comenzaron a brillar y, de repente, ¡despegó!"¡Lo logré!" - gritó Dimi emocionado mientras volaba en círculos. Pero, en su entusiasmo, se olvidó de cómo regresar y pronto se sintió perdido.
"Dimi, ¿dónde estás?" - gritó Sofía desde el suelo, preocupada.
Dimi miró hacia abajo y se dio cuenta de que, aunque podía volar, no sabía cómo volver a su amiga. Le dio miedo estar solo.
"Sofía, no sé cómo volver..." - dijo Dimi, casi llorando mientras volaba en círculos entre las nubes.
Sofía, sintiendo su angustia, levantó su mano y gritó:
"Dimi, ¡sólo tienes que recordar cómo llegaste aquí y seguir tu instinto! Tienes la fuerza dentro de ti. ¡Vuelve hacia mí!"
Dimi cerró los ojos y recordó los consejos de Sofía. Con cada batir de alas, comenzó a bajar, utilizando su intuición. Después de un momento, aterrizó suavemente en el jardín, frente a Sofía, que aplaudía emocionada.
"¡Lo hiciste, Dimi! ¡Has volado y regresaste!" - gritó Sofía, saltando de alegría.
"Gracias, Sofía. Me has dado valor. Ahora sé que puedo enfrentar mis miedos" - dijo Dimi, su espíritu renovado.
Desde ese día, Dimi y Sofía se convirtieron en los mejores amigos, explorando juntos no solo el jardín, sino también el cielo. Y aunque a veces Dimi tenía miedo o se sentía pequeño, siempre recordaba lo que había aprendido: que todos tienen la fuerza dentro de ellos para alcanzar sus sueños. Y así, el dragón de la tetera dejó de sentirse pequeño, y aprendió a volar y a ser valiente.
Y así, en el pueblo de Tetería, la leyenda del dragón y la niña se convirtió en un cuento que se contaba a los niños para recordarles siempre que, aunque sean pequeños, son capaces de grandes cosas. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.