El Dragón de la Tetera
Había una vez, en un pequeño pueblo lleno de flores y risas, una tetera mágica que había sido olvidada en un rincón de la tienda de antigüedades de Doña Marta. Esta tetera era especial, porque dentro de ella vivía un dragón diminuto llamado Filipo.
Filipo era un dragón alegre, pero estaba triste porque había sido atrapado en la tetera por un encantamiento. Para poder volver al cielo azul donde vivía con su familia, necesitaba que tres deseos se cumplieran. Sin embargo, había un problema: los deseos debían ser formulados por quienes habitaran el mundo humano.
Un día, una niña llamada Sofía entró en la tienda de Doña Marta mientras buscaba un regalo para su mamá. Al ver la tetera brillante, se acercó y, al tocarla, Filipo salió volando y se posó en su hombro.
"¡Hola, Sofía!" –dijo Filipo, moviendo sus pequeñas alas.
"¡Hola! ¿Eres un dragón?" –preguntó Sofía, maravillada.
"Así es, y necesito tu ayuda. ¡Debo cumplir tres deseos para ser libre!"
Sofía se emocionó. "¿Qué tipo de deseos?"
"Deseos que hagan felices a las personas. Ah, y deben ser deseos que vengan del corazón. Si logramos que tres personas pidan un deseo sincero, yo podré volver con mi familia."
Sofía pensó en sus amigos y cómo podría ayudarlos. La primera persona que le vino a la mente fue su amigo Tomás, que siempre deseaba ser un gran deportista.
"Vamos a ayudar a Tomás primero. ¡Le pido que consiga el deseo de ser el mejor jugador de fútbol de la escuela!" –decidió Sofía.
Filipo dejó escapar un pequeño humo de colores. "¡Hecho!" –exclamó alegremente. "Mañana, Tomás recibirá una oportunidad especial en el fútbol."
Al día siguiente, Tomás recibió una invitación para jugar en el equipo del barrio. Durante el partido, se sintió con mucha confianza y, usando todo su esfuerzo, hizo el gol que necesitaban. Estaba tan feliz que no paraba de sonreír.
Sofía y Filipo se sintieron llenos de alegría al ver la felicidad de Tomás.
"Un deseo menos, solo faltan dos más," –dijo Filipo. "¿A quién ayudaremos ahora?"
Sofía recordó a su vecina, la señora Rosa, que siempre hacía galletas para todos, pero nunca pedía nada para ella. "¡Ella necesita un deseo! Deseará tener muchos amigos para compartir sus galletas."
Sofía se acercó a la señora Rosa. "¿Puedo ayudarte a hacer un deseo?" –preguntó.
La señora Rosa, sorprendidamente, asintió. "Lo que más deseo es tener compañía para compartir mis galletas."
Filipo brilló de felicidad. "¡Deseo cumplido!" –exclamó, mientras un haz de luz iluminaba la casa de la señora Rosa. Al día siguiente, muchos niños del barrio llegaron a su casa para disfrutar de las galletas y jugar juntos. La señora Rosa sonreía como nunca antes.
"Dos deseos cumplidos, solo nos queda uno, ¡vamos!" –animó Sofía.
Sofía pensó en su hermano menor, Lucas, que tenía miedo de hablar en público. "¡Eso! Ayudaremos a Lucas a que pueda dar un discurso en la clase de mañana!"
Al instante, decidió llevar a Lucas al parque, donde lo animó. "Solo debes ser valiente, Lucas. ¿Cuál es tu deseo?"
"Desearía poder ser el centro de atención sin tener miedo" –dijo Lucas de forma titubeante.
Filipo, tenso por la espera, hizo aparecer un pequeño arco iris. "¡Listo!" –gritó, mientras le daba a Lucas la confianza que necesitaba.
Al día siguiente, cuando Lucas se puso frente a su clase, respiró hondamente y comenzó a hablar sobre sus cosas favoritas. Para su sorpresa, todos lo aplaudieron y lo animaron. Se sintió como un héroe y, por primera vez, no tuvo miedo.
Sofía sonrió al ver a su hermano feliz mientras Filipo respiraba fuego de alegría.
"¡Tres deseos cumplidos! Ahora puedo volver a casa" –dijo Filipo, con lágrimas de felicidad.
"¿No te quedarás un poco más?" –preguntó Sofía un poco triste.
"Siempre estaré con ustedes, en sus corazones, cada vez que hagan un deseo sincero. ¡Gracias, Sofía!"
Con un último giro de su cola, Filipo desapareció en un destello de luz, dejando un brillo en la tetera que siempre permanecería como un recuerdo.
A partir de ese día, Sofía entendió que los deseos más bonitos son aquellos que generan alegría en los demás, y que siempre hay una forma de ayudar a quienes nos rodean. Filipo, por su parte, regresó con su familia, listo para compartir sus aventuras en el mundo humano.
FIN.