El Dragón de los Deseos y el Hombre Bueno
En una remota tierra cubierta por hielo y nieve, vivía un hombre bueno llamado Martín. Martín cuidaba de los animales y buscaba siempre ayudar a quienes lo necesitaban. Un día, mientras exploraba el frío territorio, se encontró con un dinosaurio solitario y asustado. Decidió ayudarlo, construyendo un refugio y compartiendo su comida. El dinosaurio, agradecido, se convirtió en su leal amigo.
Un año particular, cuando el hielo parecía más eterno que nunca, un misterioso Dragón de los Deseos apareció en el cielo. Este dragón, con escamas resplandecientes, era conocido por conceder un deseo a aquel que demostrara ser realmente bondadoso y humilde. Martín, motivado por su deseo de hacer del mundo un lugar mejor, decidió emprender un viaje para encontrar al dragón. En su camino, conoció a un cazador de dragones llamado Lucas, quien buscaba al Dragón de los Deseos para obtener riquezas y poder. A pesar de las advertencias de Lucas, Martín siguió su camino, convencido de que su deseo sería puramente altruista.
Mientras tanto, el dinosaurio descubrió que una tormenta de hielo se aproximaba y podría poner en peligro a los demás animales. Sin pensarlo dos veces, el dinosaurio se adelantó a la tormenta y los condujo a un lugar seguro, demostrando su valentía y generosidad.
Finalmente, Martín llegó al santuario del Dragón de los Deseos. Con gran humildad, expresó su deseo: que todos los seres vivos pudieran vivir en paz y armonía. El dragón, impresionado por la pureza de su deseo, lo concedió de inmediato. Al regresar, Martín descubrió que su amigo dinosaurio, con su valentía, había salvado a los demás animales. Esto confirmó que la verdadera bondad y humildad siempre traen consigo la recompensa de ver un mundo mejor.
Desde ese día, Martín, el dinosaurio y todos los animales vivieron en paz, recordando que el verdadero valor reside en hacer el bien por los demás.
FIN.