El Dragón de los Valores



Era una vez, en un lejano reino, un dragón llamado Drago. Drago no era un dragón cualquiera; él tenía una brillante escama de colores que reflejaban la luz del sol y un corazón lleno de bondad. Pero había algo que lo hacía especial: Drago quería compartir los valores que había aprendido a lo largo de sus travesías por el mundo.

Un día, Drago decidió que era el momento de empezar una gran aventura. Voló alto sobre montañas y ríos, sobre bosques y praderas, buscando nuevas especies con quienes compartir sus enseñanzas. En su primer destino, encontró una aldea poblada por simpáticos conejitos.

"Hola, pequeños amigos. Soy Drago, el dragón de los valores. ¿Les gustaría aprender sobre la amistad?" - preguntó Drago con su voz suave y melodiosa.

Los conejitos miraron al dragón con curiosidad. Uno de ellos, llamado Nico, se atrevió a responder:

"¡Claro, Drago! La amistad es muy importante, pero a veces tenemos problemas para compartir nuestras cosas."

Drago sonrió y les contó una historia sobre cómo una vez había ayudado a un grupo de aves que discutían por un nido. "Aprendieron a compartir y a ayudarse entre ellos. Así descubrieron que juntos podían construir un hogar más grande y seguro."

Los conejitos escuchaban atentamente, y al finalizar la historia, se dieron cuenta de que podrían practicar la amistad compartiendo sus zanahorias. Fue un gran día para todos.

Continuando su viaje, Drago llegó a un lugar donde una manada de leones estaba discutiendo sobre quién era el más fuerte. Drago, al ver la situación, decidió intervenir.

"¡Hola, majestuosos leones! Soy Drago. ¿Qué sucede?" - preguntó con su voz resonante.

Un león, el más grande de todos, se giró hacia él y dijo:

"Estamos debatiendo quién es el rey de la selva. Nadie parece querer escuchar a los demás."

Drago pensó por un momento y respondió:

"¿No creen que ser rey no solo significa ser fuerte? A veces, un buen líder es aquel que sabe escuchar y colaborar con los demás."

Los leones se miraron entre sí y entonces, Drago les contó sobre un grupo de ciervos que habían encontrado una forma de protegerse juntos. "No siempre es el más fuerte quien gana, sino el que sabe trabajar en equipo."

Los leones se sintieron inspirados y decidieron organizar una reunión para escuchar las ideas de todos. La manada prosperó, y Drago siguió su viaje, contento de haber ayudado.

Más adelante, Drago llegó a una isla habitada por coloridos pájaros. Ellos organizaban competencias para ver quién podía volar más alto.

"Hola, amigos voladores. Soy Drago. ¿Les gustaría aprender sobre la humildad?" - preguntó el dragón.

Una pájara llamada Lila contestó:

"¿Humildad? No entiendo. En nuestra competencia todos quieren ser el primero."

Drago les relató cómo una vez un pez muy rápido fue atrapado: "Creyó que era el mejor nadador hasta que un día, conoció a un delfín que le enseñó muchas cosas. Halagarse puede hacer que no veamos nuestras debilidades. La humildad te permite crecer y aprender."

Lila y sus amigos quedaron sorprendidos; decidieron crear un espacio para que todos pudieran volar juntos, sin competencia, y así aprendieron de cada uno.

Con cada parada, Drago enseñaba algo distinto: la amistad a los conejitos, el trabajo en equipo a los leones, y la humildad a los pájaros. Sin embargo, también había un pequeño dragón llamado Chispas que seguía a Drago en secreto y no estaba de acuerdo con sus enseñanzas.

Un día, cuando Drago se preparaba para contarles a unos animales sobre la generosidad, Chispas salió de las sombras y dijo:

"¡Eres un tonto, Drago! ¡El mundo es un lugar competitivo y la gente solo respeta a los más fuertes!"

Drago miró a Chispas, sorprendido, y le preguntó:

"¿Por qué piensas eso? ¿No has visto cómo todos se unieron y se volvieron más felices al aprender sobre los valores?"

Chispas se cruzó de brazos, pero no pudo evitar escuchar lo que los animales estaban diciendo. Al finalizar el día, se dio cuenta de que todos en la aldea se ayudaban entre sí.

"Quizá... no estés tan equivocado, Drago. Todos parecen estar mucho más contentos."

Así, Chispas se unió a Drago, y juntos continuaron su viaje, llevando un mensaje de amor y esperanza. Drago le enseñó a Chispas sobre los mismos valores, y al final, Chispas también se volvió un dragón de los valores.

Y así, Drago y Chispas recorrieron el mundo, dejando a su paso un rastro de amistad, generosidad, humildad, y trabajo en equipo, aprendiendo de cada nueva aventura y enseñando a todos que los verdaderos valores son más fuertes que cualquier competencia. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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