El Dragón del Reino Violeta



Había una vez, en el mágico Reino Violeta, un rey gentil llamado León y una reina sabia llamada Selene. El reino era conocido por sus paisajes de flores moradas que brillaban con el sol y por sus ríos de agua cristalina. Todo era paz, hasta que un día, un extraño dragón llegó volando del norte, con escamas que relucían en un tono plateado.

El dragón se posó en el centro de la plaza del reino, causando que todos los habitantes se paralizaran de miedo. Era grande y temible, pero también tenía ojos que brillaban con curiosidad.

El rey León, siempre valiente, se acercó al dragón.

"¿Quién eres y qué buscas en nuestro hermoso reino?"

El dragón miró al rey y respondió con una voz profunda y suave.

"Soy Argento, un dragón viajero. He recorrido muchos reinos y he llegado aquí buscando un lugar donde pueda descansar y compartir mis historias. No tengo intención de hacer daño".

La reina Selene, que había escuchado desde la distancia, se acercó junto a los niños del reino.

"¿Qué historias traes, noble dragón?"

Argento sonrió y comenzó a contar sobre sus aventuras. Narró sobre montañas altas, mares desconocidos y criaturas fantásticas que había encontrado en su camino. Los niños escuchaban con ojos deslumbrados, pero algunos adultos aún estaban recelosos.

"Pero vos pareces diferentes a los dragones que hemos oído en nuestras historias. Tu alma parece brillante y buena", dijo una niña llamada Clara.

"Es porque he aprendido que los verdaderos tesoros no son solo oro o joyas, sino las experiencias y lecciones que compartimos", respondió Argento con una sonrisa.

Al escuchar esto, el rey León decidió organizar un festival en honor a Argento.

"Celebraremos un gran banquete, donde todos podrán conocer tus historias y aprender sobre tus viajes. De esa manera, entenderán que los seres diferentes pueden ser amigos".

Los preparativos comenzaron de inmediato, y todos trabajaron juntos. Sin embargo, cuando el festival estaba a punto de empezar, una tormenta inesperada se desató. Los vientos soplaban con fuerza y la lluvia caía sin cesar. La gente comenzó a sentirse atemorizada; algunos decían que era culpa del dragón, pensando que había traído la tormenta.

Argento, viendo el caos que se estaba generando, decidió tomar acción.

"No temáis. Esta tormenta no es mi obra. Tal vez puedo ayudar".

Se elevó en el aire y comenzó a aullar, imitando el sonido del trueno. Luego, con un batir de alas, llamó a las nubes oscuras a dispersarse. Con su magia, hizo que se formara un hermoso arcoíris sobre el reino.

La gente, maravillada por el espectáculo, empezó a comprender que Argento no era una amenaza, sino un amigo que quería ayudarlos.

"¡Miren! El dragón no solo trae historias, sino también luz en tiempos oscuros", gritó Clara emocionada.

Finalmente, el festival se llevó a cabo y todos compartieron risas, comidas ricas y, por supuesto, muchas historias. Al concluir la noche, Argento, emocionado y satisfecho, se despidió.

"Gracias, amigos. Me han enseñado que la verdadera amistad no depende de las apariencias, sino del corazón".

El rey y la reina, mirando al dragón volar hacia el cielo estrellado, se dieron cuenta de que su valiente decisión había transformado el miedo en alegría. Desde aquel día, el Reino Violeta y Argento mantuvieron una amistad sincera. Y cada vez que los niños miraban al cielo, recordaban que incluso los seres más distintos pueden convertirse en los mejores amigos.

Y así, el reino siguió floreciendo, con las enseñanzas de Argento grabadas en el corazón de todos. La diversidad, la comprensión y la amistad eran los colores que decoraban aún más el hermoso horizonte violeta.

FIN.

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