El dragón del valle de los susurros



Había una vez en un valle lejano, un poderoso dragón de escamas plateadas llamado Argentor. Argentor vivía en lo alto de la montaña, en una cueva oculta donde guardaba un gran tesoro.

Por las noches, su rugido resonaba en todo el valle, sembrando el miedo entre los aldeanos. Pero un día, llegó un valiente joven llamado Juan, con la intención de domar al temible dragón. Armado con coraje y determinación, Juan se acercó a la cueva del dragón.

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¿Quién se atreve a perturbar mi morada? -rugió Argentor al ver a Juan. Sin embargo, el joven no mostró miedo y respondió con calma: -Soy Juan, el valiente jinete, y he venido a proponerte un desafío.

Intrigado, Argentor escuchó la propuesta de Juan: enfrentarse en una carrera por todo el valle. El dragón aceptó, confiado en su velocidad. La noticia se propagó rápidamente entre los aldeanos, quienes se reunieron para presenciar el asombroso desafío.

La carrera comenzó y, para sorpresa de muchos, Juan montando a su fiel caballo demostró ser un jinete ágil y audaz, manteniendo el ritmo con el veloz dragón.

A medida que recorrían el valle, Juan le hablaba a Argentor sobre la belleza de la naturaleza que los rodeaba, mencionando la importancia de conservarla para las generaciones venideras. Poco a poco, el dragón comenzó a apreciar la sabiduría de Juan y la armonía que existía entre ellos durante la carrera.

A medida que se acercaban a la meta, Argentor ya no sentía el deseo de vencer a toda costa. En un acto de nobleza, el dragón se detuvo a mitad de la carrera, permitiendo que Juan cruzara la meta primero. Los aldeanos estallaron en aplausos y ovaciones.

Argentor, conmovido por la bondad y perseverancia de Juan, decidió entregarle una parte de su tesoro como símbolo de amistad y respeto mutuo.

Desde ese día, Juan y Argentor se convirtieron en inseparables amigos, recorriendo juntos el valle y viviendo aventuras que inspiraban a todos a creer en la importancia del diálogo y la comprensión. -

FIN.

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