Había una vez en un hermoso reino, un dragón llamado Goloso que vivía en lo alto de una montaña.
Goloso era famoso por ser el dragón más grande y pesado del reino, pero no solo por su tamaño, sino por su insaciable amor por los dulces y la comida chatarra.
Desde galletitas hasta tortas de crema, nada podía resistir Goloso.
Sin embargo, cada vez que devoraba algo azucarado, se sentía más cansado y no podía volar como antes.
Un día, una pequeña niña llamada Clara decidió hacer algo al respecto.
Clara era muy entusiasta de la comida saludable y siempre hablaba con sus amigos sobre las deliciosas frutas y verduras que podía comer, que le daban energía y la ayudaban a jugar.
Al enterarse de los problemas del dragón, pensó que podía ayudarlo.
-Clara,- dijo mientras miraba la montaña, - voy a buscar al Dragón Goloso y le mostraré lo que es comer sano.
Armada con su canasta de frutas frescas y algunos snacks saludables, Clara empezó a subir la montaña.
Cuando finalmente llegó a la cueva del dragón, vio a Goloso sentado en un montón de envoltorios de dulces.
-Hola, Dragón Goloso,- saludó Clara.
- ¿Te gustaría probar algo diferente hoy?
Goloso, con su boca llena de caramelos, la miró curioso.
-¿Diferente?
¿Cómo diferente?
¿Acaso hay algo mejor que los dulces?,- respondió confuso.
-Claro que sí,- dijo Clara con una sonrisa.
- Hoy te traigo manzanas crujientes, peras jugosas y unas deliciosas galletas de avena.
Comer esto te dará mucha más energía y vitalidad.
Goloso soltó una risa profunda y retumbante,
-¿Manzanas?
¿Galletas de avena?
No me hagas reír, pequeña.
Lo único que me gusta son los dulces y las pastas.
Pero Clara estaba decidida.
-¿Qué te parece si hacemos un concurso?,- propuso.
-Yo voy a comer frutas y tú intentarás volar después de comer tus dulces.
Luego, tú probarás mis alimentos saludables y comprobarás si volarás mejor.
Goloso se detuvo a pensar.
Finalmente, con una inclinación de su cabeza enorme, aceptó.
Se empezó a comer sus dulces y, efectivamente, se sintió muy pesado después.
-¡Ay!
No puedo volar.
Estoy muy lleno de caramelos,- se quejó, dando vueltas en la cueva, haciendo eco con su voz.
-Claro que no puedes,- dijo Clara, sonriendo.
-Ahora prueba esto.
Clara le ofreció una rebanada de manzana.
Goloso tomó un bocado y, sorprendentemente, disfrutó del sabor crujiente y dulce de la fruta.
-¡Esto es más rico de lo que pensé!,- exclamó.
Y así, uno tras otro, Goloso fue probando los alimentos saludables que Clara le ofrecía.
Manzana, pera, galletas de avena y hasta un batido de frutas.
A medida que comía, su energía comenzó a aumentar.
-¡Mirá!
Ya no me siento pesado.
Creo que puedo… ¡VOOOOLAAAR!,- gritó emocionado, levantando su enorme cuerpo en el aire.
Al ver a Goloso volando, Clara también se puso feliz.
Pero entonces, algo inesperado sucedió.
Goloso comenzó a dar vueltas en círculos, emocionado.
-¡Esto es asombroso!
Nunca me había sentido así.
¿Quieren saber algo?
¡Ya no necesito los dulces para sentirme bien!,- dijo, riendo de alegría.
Clara lo miró sonriendo,
-¡Eso es!
La comida saludable te hace sentir mejor y con mucha más energía.
¿Por qué no hacemos una fiesta en el pueblo con todos los alimentos saludables que ahora te gustan?,- sugirió.
Goloso, emocionado, voló con Clara hacia el pueblo y el entusiasmo llenó el aire.
Todos los habitantes se juntaron en la plaza central, donde Clara y Goloso organizaron la “Fiesta Saludable”.
-¡Vengan a probar nuestras deliciosas recetas!,- anunció Clara.
Los niños estaban intrigados por el dragón, y Goloso compartió su experiencia.
-¡Coman frutas y verduras!
Se sentirán fuertes y llenos de energía, como yo ahora,- les dijo.
Y así, el dragón Goloso se convirtió en el héroe de la fiesta.
La gente disfrutó de la comida sana y se divirtió, jugando y bailando.
Goloso nunca volvió a ser un dragón goloso, sino uno lleno de vitalidad.
Desde entonces, Goloso siguió comiendo frutas y verduras, y ayudando a los niños a aprender sobre la importancia de la comida saludable.
Y así, el reino se llenó de salud y alegría, gracias a una pequeña niña y un dragón que aprendió a volar de nuevo.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.