El Dragón Multicolor y el Corazón del Pueblo
Había una vez, en un encantador pueblo llamado Rosalina, un magnífico dragón multicolor llamado Arcoíris. Este dragón no era solo un ser extraordinario por sus brillantes escamas que lucían en tonos de azul, amarillo, rojo y verde, sino que también era el guardián del Palacio Real, donde vivía la reina de Rosalina.
Un día, mientras los habitantes del pueblo se reunían en la plaza para celebrar la gran feria anual, el cielo se oscureció repentinamente. Arcoíris, que volaba alto sobre el palacio, notó que algo extraño sucedía.
"¡Oh no!", exclamó. "Las nubes negras no traen buenas noticias. ¡Debo ir a investigar!"
Unos minutos después, el dragón aterrizó suavemente en medio de la feria, sorprendiendo a todos con su imponente figura.
"¡Gente de Rosalina!", dijo Arcoíris con voz retumbante. "He visto un oscuro monstruo que amenaza con robar la alegría de nuestro pueblo. Debemos unir nuestras fuerzas para proteger nuestra felicidad".
Los habitantes, aunque asustados, comenzaron a murmurar la importancia de mantenerse unidos. La dulce Leticia, una niña del pueblo, se acercó al dragón.
"Pero, Arcoíris, ¿cómo podemos combatir a un monstruo tan fuerte?"
Arcoíris sonrió, mostrando sus brillantes dientes.
"La verdadera fuerza no siempre viene de la fuerza bruta. La unión, la creatividad y el amor por nuestro hogar son nuestras armas más poderosas".
Animados por sus palabras, todos los habitantes comenzaron a pensar en planes creativos. Los niños hicieron coloridos banderines, y las mamás cocinaban sabrosos pasteles con los que atraer al monstruo.
"¡Podemos obtener su atención con nuestra comida y alegría!", sugirió un chico llamado Tomás.
Mientras tanto, el dragón se preparaba para dar la señal.
"Cuando el monstruo aparezca, yo lanzaré fuegos artificiales para deslumbrarlo. ¡Eso lo confundirá!".
Al caer la noche, el pueblo se llenó de luces, risas y deliciosos aromas. Con cada rayo de luz, la aldea brillaba con vida. De repente, un gran estruendo retumbó por el aire. El temido monstruo, una criatura oscura y espinosa, apareció en el horizonte.
Arcoíris alzó el vuelo y lanzó una lluvia de fuegos artificiales de colores hacia el cielo, creando un hermoso espectáculo. El monstruo, deslumbrado por la belleza, paró en seco.
"¿Qué es todo esto?", murmuró, confundido.
Los habitantes, viendo la oportunidad, comenzaron a bailar y cantar alegres canciones.
"¡Ven, monstruo! ¡Únete a nosotros!", gritó Leticia.
Para sorpresa de todos, el monstruo se acercó lentamente, cautivado por la música y el baile.
"¡Nunca había visto algo tan hermoso!", confesó timidamente.
El dragón volvió a tierra firme.
"No tienes que ser temido, ven a compartir nuestra alegría".
Así, el monstruo se unió a la fiesta. Con el paso de las horas, los habitantes comenzaron a conocerlo, aprendieron que, así como ellos, también buscaba un lugar donde pertenecer.
La reina del pueblo, al ver la armonía entre todos, decidió que el monstruo sería un nuevo guardián del alegría de Rosalina.
"¡Ahora seremos cuatro!", exclamó la reina, señalando a Arcoíris, el monstruo y al pueblo, brillando en unidad.
Desde ese día, el dragón multicolor, el monstruo y el pueblo promovieron la importancia de la amistad y la unidad. La feria anual se convirtió en la celebración del Corazón de Rosalina, donde todos, sin importar su forma, podían compartir alegría y amor.
Y así, Arcoíris siguió velando por su hogar, recordándoles a todos que la verdadera magia está en el poder de la unión y la aceptación. Al final, el dragón, el monstruo y el pueblo vivieron juntos, creando numerosas aventuras y muchas más celebraciones, donde siempre había espacio para todos, sin importar su apariencia.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.