El Dragón Músico de la Patagonia
En un rincón escondido de la Patagonia, entre los bosques milenarios y los ríos cristalinos, vivía un dragón llamado Draco. A pesar de su apariencia imponente, con escamas brillantes y grandes alas, Draco tenía un corazón bondadoso y una pasión secreta: la música.
Durante el día, Draco se escondía en su cueva y practicaba en silencio, tocando su flauta de madera hecha de un antiguo árbol de lenga. La melodía que creaba llenaba el aire de notas suaves que se entrelazaban con el canto de los pájaros. Sin embargo, Draco tenía miedo de mostrar su talento al mundo.
Una tarde, mientras practicaba, escuchó un bullicio cercano. Curioso, asomó su cabeza por la entrada de la cueva y vio a un grupo de animales del bosque alrededor de un árbol, donde un zorro de pelaje anaranjado gritaba.
"¡Ayuda! No puedo bajar de este árbol. ¡Me he quedado atrapado!"
Los demás animales, un ciervo, un conejo y un búho, miraban preocupados y no sabían qué hacer.
"No te preocupes, ¡yo puedo ayudarte!" dijo Draco, alzando su voz profunda.
Los animales se sobresaltaron al ver al gran dragón.
"¿Tú? ¡Pero eres un dragón! No puedes ayudarnos, podrías asustarlo más!" exclamó el conejo, temblando.
Draco, sin desanimarse, respondió:
"No quiero asustarlo. Solo quiero ayudar! Déjenmelo a mí."
Con cuidado, Draco se acercó al árbol y extendió su gran pata hacia el zorro.
"Sube aquí, yo te sostendré y te ayudaré a bajar. No tendrás que temer, yo solo quiero ayudarte."
El zorro dudó un momento, pero viendo la sinceridad en los ojos del dragón, decidió confiar en él. Con mucha precaución, se trepó a la pata de Draco y se sintió seguro.
"¡Ahora voy a bajar!" gritó el zorro emocionado, mientras Draco lo sostenía con firmeza.
En un movimiento suave, Draco bajó al zorro al suelo. Los demás animales aplaudieron emocionados.
"¡Eres un héroe!" dijo el búho.
Con una sonrisa tímida, Draco dirigió su mirada hacia el suelo.
"Gracias, sólo hice lo que era correcto. Pero ahora, tal vez pueda hacer algo más... ¿Quieren escuchar una canción?"
Los animales se miraron entre sí, sorprendidos, pero con curiosidad.
"¡Sí!" gritaron juntos.
Draco tomó su flauta de la cueva y comenzó a tocar. La melodía flotó en el aire como un susurro, llenando el bosque de alegría. Los árboles parecían bailar con la música, y los animales se unieron al ritmo, saltando y girando.
Después de la hermosa actuación, los animales aplaudieron.
"Nunca imaginamos que un dragón pudiera ser tan talentoso y amable!" exclamó el ciervo.
Draco se sintió feliz y al mismo tiempo nervioso.
"¿En serio les gustó?"
"¡Nos encantó!" grito el conejo.
"¿Por qué no haces un concierto para todos los animales del bosque?" propuso el búho.
Draco pensó en un instante.
"Pero tengo miedo. ¿Y si no les gusta?"
"No debes temer, Draco. La música es para compartirla. Lo que importa es que lo hagas con el corazón." dijo el búho con sabiduría.
Así que, con el apoyo de sus nuevos amigos, Draco decidió organizar un gran concierto.
A la mañana siguiente, la noticia del concierto se esparció rápidamente por el bosque. Los animales de todas partes vinieron a escuchar al dragón músico.
Ese día, cuando el sol comenzó a ponerse, Draco se situó en una pequeña colina. Con un gran suspiro, comenzó a tocar.
Las notas se elevaron en el aire, llenando el bosque con una música mágica. Los animales bailaban felices, y al ver a todos esos animales disfrutando, el corazón de Draco se llenó de alegría.
Al finalizar el concierto, los animales aplaudieron y vitorearon.
"¡Eres el dragón más magnífico del mundo!"
Draco sonrió, sintiendo que finalmente había encontrado su lugar en el bosque.
"Gracias a todos por darme la oportunidad. Nunca imaginé que me querrían así. La música nos une a todos, sin importar cómo somos por fuera."
Desde aquel día, Draco no solo se convirtió en el dragón más querido de la Patagonia, sino que también encontró su verdadera voz, compartiendo su música con todos los que estaban dispuestos a escuchar. Y así, vivió feliz, rodeado de amigos, demostrando que lo más importante no es la apariencia, sino lo que llevamos dentro.
FIN.