El Dragón Oscuro y el Monstruo del Mewing



Había una vez, en un reino muy lejano, un dragón oscuro llamado Nocturno. Tenía unas escamas que brillaban como estrellas en la noche y un aura oscura que hacía que todos temieran su presencia. Nocturno, aunque era fuerte, se sentía solo porque todos los habitantes del reino huían al verlo.

Una tarde, mientras volaba por el bosque, encontró a un extraño monstruo que estaba sentado en una roca. Era pequeño, de forma peculiar y tenía una sonrisa amigable. Su nombre era Flexo, el Monstruo del Mewing.

"Hola, amigo dragón. ¿Por qué luces tan triste?" - preguntó Flexo alegremente.

"Soy Nocturno, el Dragón Oscuro. Todo el mundo me teme y no me quieren conocer" - respondió el dragón, con un suspiro.

"¡Eso no está bien! Todos merecen una oportunidad. Déjame enseñarte algo" - exclamó Flexo, mientras se levantaba de la roca con entusiasmo.

Intrigado, Nocturno se acercó a Flexo.

"¿Qué puedes enseñarme?"

"Existen dos cosas muy importantes: la confianza en uno mismo y cómo transformar el miedo en amistad. ¡Vamos a intentarlo!" - dijo Flexo mientras comenzaba a practicar mewing, una técnica especial que le ayudaba a expresarse.

A medida que Flexo explicaba la técnica, Nocturno se dio cuenta de que podía cambiar su postura y su propia actitud. Con el tiempo, el dragón comenzó a sentirse diferente; la luz de sus escamas se volvió más brillante y su aura oscura se fue atenuando.

Pero al caer la tarde, un estruendo proveniente del pueblo hizo que Nocturno y Flexo se detuvieran. Un grupo de aldeanos, aterrorizados, escapaba de un gigantesco monstruo que había llegado al bosque.

"¡Ayuda! ¡Necesitamos ayuda!" - gritaba una aldeana mientras corría.

Nocturno, impulsado por su nuevo sentimiento de confianza, se dirigió a Flexo.

"Debo ayudar. Esta vez, no estoy solo. ¿Te unes a mí?" - preguntó el dragón con determinación.

"¡Claro que sí! Juntos podemos demostrarles que no deben temer" - respondió Flexo, agitando su cola.

Los dos amigos se acercaron al monstruo, que resultó ser una gran bestia de roca que solo quería jugar, pero que asustaba a todos por su apariencia.

"¡Espera!" - gritó Nocturno, alzando el vuelo por encima de la bestia.

"No queremos pelear. Podemos jugar juntos. ¿Te gustaría?"

La gran bestia, sorprendida por la valentía del dragón, se detuvo y miró a Nocturno con curiosidad.

"¿Jugar? Pero siempre me rechazan por ser diferente" - dijo la bestia, con tristeza.

"Todos somos diferentes y eso está bien. ¡Vamos a divertirnos!" - exclamó Flexo, sonriendo con su gran encanto.

Con eso, Flexo comenzó a saltar y a rodar, invitando a la bestia a unirse a ellos. Nocturno, nervioso pero decidido, hizo un vuelo impresionante sobre la bestia que la hizo reír y, poco a poco, la tensión se disipó. Los aldeanos, en lugar de huir, comenzaron a acercarse, intrigados.

Todos se dieron cuenta de que el monstruo no era malvado, solo quería un amigo. Así que juntos empezaron a jugar: Flexo mostró sus trucos de mewing, Nocturno voló alto y la bestia hizo acrobacias desde el suelo.

Al final de la tarde, no solo los aldeanos, sino también el monstruo se sintieron felices y agradecidos.

"Gracias, Nocturno y Flexo. Nunca imaginé que podría tener amigos" - dijo la bestia, ullmando entre risas.

Con esa experiencia, Nocturno dejó de ser el Dragón Oscuro de quien todos temían, para convertirse en el guardián del bosque, donde todos podían jugar y ser amigos sin importar lo diferentes que fueran.

Desde ese día, Flexo y Nocturno siguieron disfrutando de grandes aventuras juntos, mostrando a todos en el reino que el miedo se puede transformar en alegría cuando se demuestra una actitud amable.

Y así, el reino floreció, lleno de amistad y compañerismo, aprendiendo que lo que realmente importa es el corazón y no la apariencia.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

FIN.

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