El dragón que no lanzaba fuego



Érase una vez en el mágico Reino de Fantasía, vivía un adorable dragón llamado Ernesto. A diferencia de otros dragones, Ernesto no lanzaba fuego, lo cual lo hacía sentirse muy triste.

Vivía en una cueva escondida en lo alto de la montaña, donde pasaba sus días leyendo libros y cuidando de las flores que allí crecían. Un día, mientras recolectaba frutas silvestres, Ernesto encontró una deliciosa cereza. Sin embargo, lo que no sabía era que esa cereza estaba envenenada.

Ernesto la comió y comenzó a sentirse mal. Sin dudarlo, decidió pedir ayuda. -¿Hola doctora Leona, podrías ayudarme? -preguntó Ernesto con voz temblorosa.

La doctora Leona, una amable leona que era la médica del Reino de Fantasía, lo examinó con cuidado y le dijo que necesitaba un antídoto que se encontraba en la Cima de las Flores Brillantes. A pesar de no sentirse bien, Ernesto decidió emprender el viaje.

Con valentía, escaló la montaña hasta llegar a la Cima de las Flores Brillantes, donde encontró la planta que necesitaba. De regreso a la cueva, la doctora Leona preparó el antídoto y pronto Ernesto se sintió mucho mejor.

A partir de ese día, Ernesto entendió que aunque no lanzara fuego, tenía otras cualidades maravillosas. Aprendió a apreciar sus talentos únicos y se dio cuenta de que la verdadera valentía está en pedir ayuda cuando la necesitas.

FIN.

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