El dragón que no podía volar



Érase una vez, en un país muy lejano, un dragón de un hermoso color azul. A diferencia de los demás dragones que surcaban los cielos con sus majestuosas alas, él no podía volar. El dragón, llamado Zafiro, miraba desde su cueva cómo sus amigos volaban felices, haciendo acrobacias en el aire, y su corazón se llenaba de tristeza.

Un día, mientras Zafiro lloraba en un claro del bosque, apareció un hada de brillantes alas doradas. Su aspecto era tan brillante que el dragón dejó de llorar y la miró fascinadamente.

"¿Por qué estás tan triste, querido dragón?" - preguntó el hada con una voz suave como el canto de los pájaros.

"Oh, hada mágica, desearía poder volar como los demás. Me siento tan solo y diferente" - respondió Zafiro, con los ojos llenos de lágrimas.

El hada sonrió con ternura y dijo:

"No te preocupes, Zafiro. Te concederé tres deseos mágicos. Usa cada uno con sabiduría."

"¿De verdad?" - exclamó el dragón, con un brillo de esperanza en sus ojos.

"Así es. Piensa bien lo que deseas."

Zafiro decidió que tenía que ser inteligente con sus deseos. Sin pensarlo mucho, dijo:

"Deseo poder volar, como los demás dragones."

"Está hecho" - dijo el hada, y voilà, sus alas comenzaron a brillar. De repente, Zafiro sintió que una poderosa energía llenaba su cuerpo.

Al instante, se elevó en el aire, surcando las nubes con alegría.

"¡Mira! ¡Puedo volar!" - gritó, sin poder contener su felicidad. Pero al poco tiempo se dio cuenta de que no solo necesitaba volar, también quería compartir ese momento especial con sus amigos.

"Hada, deseo que todos los dragones me vean volar y se pongan tan felices como yo."

"Concedido"  - respondió el hada. En ese momento, los dragones que antes volaban libres comenzaron a mirar hacia arriba, sorprendidos de ver a Zafiro danzando en el aire.

Sin embargo, durante su vuelo, la alegría de Zafiro se mezcló con el deseo de ser aceptado. Descubrió que algunos de sus amigos sentían celos por su nueva habilidad. Mientras volaba, escuchó murmullos:

"Mirá al dragón azul, ahora cree que es mejor que nosotros."

"Nunca estaba por aquí, ahora el hada le dio alas y se siente especial."

Zafiro sintió que su corazón se encogía. Entonces, aunque disfrutaba volar, sabía que necesitaba algo más.

"Hada, quiero un último deseo. Deseo que mis amigos y yo aprendamos a querernos y apoyarnos mutuamente, sin importar nuestras diferencias."

"Eso es algo muy bonito, Zafiro" - dijo el hada, sonriendo. Al instante, una especie de luz mágica envolvió a todos los dragones.

Los amigos de Zafiro empezaron a acercarse a él, sonriendo.

"¡Zafiro! ¡Qué increíble que ahora puedas volar!"

"¡Sí, pero también quiero que todos se sientan felices conmigo!" - respondió Zafiro con sinceridad.

En ese momento, el dragón se dio cuenta de que no necesitaba ser el mejor en todo para ser feliz. A veces, es más importante ser buenos amigos y disfrutar juntos de lo que tenemos.

Así, Zafiro y sus amigos volaron juntos, hicieron acrobacias y aprendieron a valorarse los unos a los otros, celebrando sus habilidades únicas. Desde ese día, el dragón azul no solo volaba, sino que era querido y aceptado por quienes lo rodeaban, convirtiéndose en un símbolo de amistad y unidad en el reino.

Y así, Zafiro entendió que lo más valioso no era tener alas, sino el amor y la alegría compartida con sus amigos.

FIN.

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