El Dragón que Quería Ser Mariposa
Había una vez, en un reino lejano, un dragón llamado Drago. Aunque era enorme, escamoso y echaba fuego por la boca, Drago tenía un sueño que le daba vueltas en la cabeza.
"¿Por qué no puedo ser como las mariposas?" - se preguntaba, mientras observaba a esas criaturas de colores danzar por el aire.
Mientras los demás dragones se jactaban de su fuerza y su capacidad para volar, Drago se pasaba horas mirando a las mariposas. Él quería ser ligero, colorido y, sobre todo, libre para volar como ellas.
Un día, decidió que debía encontrar un camino para convertirse en una mariposa.
"¡Voy a hablar con la anciana de la montaña!" - exclamó Drago lleno de determinación. La anciana era conocida por sus sabias palabras y sus extraños conjuros.
Tras volar aclarándose el pecho, llegó a la cueva de la anciana.
"¿Qué deseas, pequeño dragón?" - preguntó con voz suave y profunda.
"Quiero ser una mariposa. Quiero volar ligero y ver el mundo desde lo alto, lleno de colores y alegría" - respondió Drago.
La anciana lo miró con ternura y dijo:
"Entiendo tu deseo, Drago. Pero la transformación no es tan simple. Para ser una mariposa, primero debes aprender a ser tú mismo, a apreciar lo que eres."
Drago se sintió un poco desalentado, pero decidió explorar el mundo para comprender lo que la anciana quería decir. Voló por el bosque, donde encontró a un grupo de mariposas. Se acercó a ellas y les preguntó.
"¿Cómo son tan felices?" - les consultó.
Una mariposa de brillantes colores le respondió:
"Estamos contentas porque volamos libres, porque sabemos que somos especiales, cada una a su manera. ¿Por qué no te sientes orgulloso de ser un dragón?"
Drago se pensó durante un momento.
"Pero yo quiero ser como ustedes, liviano y bello..." - murmuró.
La mariposa continuó:
"Todos somos únicos. Tu fuerza te permite proteger a los que amas. Tu fuego puede iluminar la oscuridad. Comprender esto es el primer paso para sentirte feliz".
Con las palabras de la mariposa resonando en su mente, Drago decidió regresar a la cueva de la anciana.
"He aprendido algo importante" - le dijo emocionado. "Me siento especial no por lo que puedo cambiar, sino por lo que soy y las cosas que puedo hacer".
La anciana sonrió.
"Exactamente, Drago. Cada criatura tiene su lugar en este mundo. Ahora que comprendes esto, puedes volar como nunca antes".
Drago se sintió más ligero que nunca mientras volaba. Experimentó la verdadera felicidad no deseando ser otra cosa, sino abrazando su propia identidad.
Realizó movimientos ligeros, disfrutando el viento en sus escamas y su fuerza. Cada vez que divisaba una mariposa, sonría y sabía que llevaba en su corazón la belleza de ser un dragón único.
Una mañana, Drago se dio cuenta que podía usar su fuego para hacer maravillosos espectáculos de luces en el cielo, que las mariposas admiraban desde abajo.
"¡Miren! ¡Puedo brindarles una danza de luces!" - exclamó Drago mientras danzaba entre las nubes.
Las mariposas volaban a su alrededor, disfrutando de su espectáculo y llenando el cielo de risas. Drago entendió que no necesitaba ser una mariposa para ser feliz, sino ser él mismo.
Y así, el dragón que quería ser mariposa encontró su verdadera identidad y se convirtió en el dragón más querido del reino, un ejemplo de aceptación y alegría para todos. Desde ese día, Drago voló por los cielos, siempre recordando que ser diferente es lo que te hace especial.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.