El dragón valiente



Había una vez en un lejano valle, un pequeño dragón llamado Filiberto. A diferencia de los demás dragones que vivían en las montañas, a Filiberto no le gustaba estar solo y siempre soñaba con tener amigos con quien jugar.

Un día, decidió emprender un viaje hacia la ciudad para encontrar amiguitos. Al llegar a la ciudad, Filiberto se dio cuenta de que todos tenían miedo de él.

La gente corría asustada al verlo y se escondían detrás de las puertas. El pequeño dragón no entendía por qué nadie quería ser su amigo, ya que él solo quería jugar y divertirse.

Un día, mientras paseaba por el parque, vio a un grupo de niños jugando a la pelota.

Con mucho cuidado se acercó a ellos y les dijo:- ¡Hola! Soy Filiberto, ¿puedo jugar con ustedes? Los niños lo miraron sorprendidos al principio, pero luego uno de ellos llamado Martín dijo:- ¡Claro que sí! ¿Quieres ser parte de nuestro equipo? Filiberto saltó de alegría y comenzó a jugar con los niños. Descubrió lo divertido que era correr detrás de la pelota y reírse con sus nuevos amigos.

Desde ese día, Filiberto visitaba el parque todos los días para jugar con Martín y los demás chicos. Pero un día todo cambió cuando una bruja malvada llegó a la ciudad sembrando el caos.

La bruja lanzó un hechizo sobre los niños del parque haciendo que quedaran atrapados en burbujas mágicas. Filiberto sabía que debía hacer algo para salvar a sus amigos. Recordó las historias que su mamá le contaba sobre cómo los dragones podían usar su fuego para proteger a quienes amaban.

Sin dudarlo ni un segundo, concentró todas sus fuerzas y sopló una llamarada sobre las burbujas. Las burbujas desaparecieron y los niños fueron liberados gracias al valiente acto de Filiberto.

Los chicos lo abrazaron emocionados y le dijeron:- ¡Eres nuestro héroe! Gracias por salvarnos. Desde ese día, Filiberto se convirtió en el protector de la ciudad y en el mejor amigo de todos los niños.

Ya no tenía que buscar amiguitos porque había encontrado una familia en la ciudad que lo aceptaba tal como era. Y así, el pequeño dragón demostró que la verdadera amistad va más allá de las apariencias y que siempre hay alguien dispuesto a compartir juegos e ilusiones sin importar cómo luzcas por fuera.

FIN.

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