El dragón valiente y las nubes encantadas



Había una vez, en la tierra de Las Maravillas, un dragón llamado Jhon. Era un dragón muy especial, ya que a diferencia de otros dragones, a él no le gustaba asustar ni hacerle daño a nadie.

Lo que más disfrutaba era jugar y divertirse. Jhon vivía en una cueva al pie de una gran montaña. Desde allí, podía ver el hermoso paisaje que lo rodeaba: praderas verdes, ríos cristalinos y un cielo azul lleno de nubes esponjosas.

Pero lo que más le llamaba la atención eran las enormes nubes blancas que flotaban en el horizonte. Un día, mientras Jhon jugaba rodando por las montañas, vio cómo unas pequeñas chispas salían de su boca mientras reía.

Eran llamas diminutas que se extinguían rápidamente en el aire.

A Jhon se le ocurrió una idea maravillosa: ¡podía lanzar fuego a las nubes para hacerlas aún más bonitas! Emocionado con su descubrimiento, Jhon empezó a practicar lanzando pequeñas llamaradas hacia las nubes. Cada vez que acertaba, las nubes adquirían diferentes colores y formas mágicas. El cielo se convertía en un espectáculo fascinante lleno de luces y sombras. Pero no todo era diversión para Jhon.

Un día, mientras jugaba cerca del río, escuchó unos gritos desesperados provenientes del bosque cercano. Rápidamente voló hacia allí y encontró a sus amigos los animales del bosque en apuros.

Un incendio se había desatado y las llamas amenazaban con destruir todo a su paso. Jhon, sin pensarlo dos veces, utilizó su habilidad para lanzar fuego y apagó el incendio rápidamente. Todos los animales le agradecieron profundamente por su valiente acto.

A partir de ese día, Jhon se convirtió en el héroe del bosque y todos lo admiraban por su bondad y generosidad. Pero no todo sería tan fácil para Jhon. Un malvado mago llamado Malakai estaba celoso de la fama y popularidad del dragón amistoso.

Decidió hacerle una trampa para que dejara de brillar ante los ojos de todos. Malakai creó un espejo mágico que tenía la capacidad de reflejar las llamas del dragón en direcciones peligrosas.

Cuando Jhon lanzaba fuego hacia las nubes, el espejo desviaba las llamaradas hacia los árboles del bosque, poniendo en riesgo la vida de todos los seres vivos.

Un día, mientras Jhon jugaba con sus amigos animales, notaron algo extraño: cada vez que él lanzaba fuego al cielo, los árboles comenzaban a arder. Los animales asustados fueron corriendo a buscar ayuda. Cuando Jhon se enteró de la situación, sintió mucha tristeza e impotencia. No entendía qué estaba pasando ni cómo podía solucionarlo.

Pero entonces recordó algo importante: siempre había sido valiente y nunca había dejado que nada lo detuviera. Con determinación en sus ojos, Jhon decidió enfrentar su mayor miedo y descubrir la verdad detrás de los incendios.

Siguiendo el rastro de las llamas, llegó hasta el espejo mágico oculto en lo profundo del bosque. Jhon se miró en el espejo y vio cómo sus llamaradas eran desviadas hacia los árboles.

Pero esta vez no se dejó engañar por la trampa del malvado mago. Con un soplo fuerte, apagó las llamas y rompió el espejo en mil pedazos. El bosque volvió a estar seguro y todos los animales celebraron la valentía de Jhon.

Desde ese día, Jhon siguió jugando con sus amigos animales, lanzando fuego a las nubes sin temor a que algo saliera mal. La historia de Jhon nos enseña que siempre debemos ser amables y valientes, incluso cuando nos enfrentamos a nuestros propios miedos.

Además, nos muestra que la amistad y la generosidad son cualidades muy importantes para vivir en armonía con nuestro entorno.

Y así fue como Jhon, el dragón amistoso de Las Maravillas, continuó viviendo felizmente en su tierra llena de juegos y aventuras junto a sus queridos amigos animales.

FIN.

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