El dragón y el amor del reino



Había una vez, en un reino lejano conocido como Eldoria, un rey llamado Felipe. Una noche oscura y tempestuosa, el rey perdió a su amada esposa, la reina Elena. Con su partida, el reino se llenó de tristeza, pero el tiempo pasó y el rey tuvo que ser fuerte por su hija, la princesa Ana. Ana creció entre cuentos de hadas y dragones, aunque en su corazón siempre llevó la melancolía de su madre.

Un día, mientras paseaba por el bosque cercano al castillo, Ana encontró a un pequeño dragón atrapado en una trampa.

- “¡Ayuda! ¡Por favor, ayúdame! ” - dijo el dragón, que tenía escamas verdes y ojos brillantes.

- “No te preocupes, pequeño. Te sacaré de aquí” - dijo Ana con voz suave.

Con mucho cuidado, Ana liberó al dragón, quien le agradeció fervientemente.

- “Soy Drako, y prometo que siempre estaré a tu lado.”

A partir de ese día, Ana y Drako se volvieron inseparables. Juntos exploraron los bosques y formaron una gran amistad. Sin embargo, una tarde, mientras jugaban cerca de un río, Drako desapareció misteriosamente.

- “¡Drako! ¡¿Dónde estás? ! ” - gritó Ana, preocupada.

Ana comenzó a buscarlo por todo el reino, pero no podía encontrarlo. Fue entonces que conoció a un joven apuesto llamado León, quien se ofreció a ayudarle.

- “No te preocupes, juntos lo encontraremos.” - dijo León, con una sonrisa alentadora.

Juntos emprendieron la búsqueda, recorriendo bosques oscuros y ríos tumultuosos. Mientras buscaban, su amistad se fue transformando en un cariño especial. Rieron, compartieron historias y se apoyaron mutuamente en cada obstáculo.

- “Eres increíble, Ana. Nunca conocí a alguien tan valiente y bondadoso.” - comentó León, mirándola a los ojos.

- “Y tú, León, eres mi héroe. Sin ti, no podría encontrar a Drako.”

Finalmente, después de días de búsqueda, se enteraron que Drako había regresado al castillo. Al llegar, vieron con asombro que un dragón gigante había tomado pose del castillo y estaba aterrorizando a los habitantes.

- “¡Ana! ¡El dragón es un pariente de Drako! ¡Él puede ayudar! ” - exclamó León.

Ana comprendió que debía enfrentar su miedo y buscar a Drako para que lograran ayudar a los que estaban en peligro.

- “Drako, ¡ayúdanos! Necesitamos tu fuerza y valor.” - pidió Ana desde el borde del castillo.

Drako, al ver la situación, se transformó en un hermoso dragón adulto y voló hacia el gigante, dispuesto a proteger a su amiga y su reino.

Sin embargo, la batalla fue feroz. Mientras los dragones luchaban, Ana y León se unieron a las fuerzas del reino para ayudar a los heridos y poner a salvo a todos.

- “¡Ana! ¡Ten cuidado! ” - gritó León mientras un rayo de fuego casi lo alcanzaba.

- “¡No te preocupes! Debemos rescatar a los demás primero.” - respondió Ana, su corazón latiendo velozmente.

La lucha continuó, pero en un giro inesperado, el dragón gigante terminó por desestabilizarse debido al coraje de Drako. Sin embargo, durante el enfrentamiento, un fuego descontrolado alcanzó a Ana.

- “¡Ana! ¡No! ” - gritó León, mientras corría hacia ella.

Ana sonrió con dulzura, aunque sabía que su tiempo se estaba acabando.

- “Siempre estaré contigo, León. Nunca olvides nuestra aventura.”

Mientras el dragón gigante fue derrotado y la paz regresó a Eldoria, el sacrificio de Ana dejó una huella imborrable en todos los corazones del reino.

Drako, con lágrimas en sus ojos, hizo una promesa.

- “Nunca olvidaré a mi amiga y siempre cuidaré de su reino.”

El rey Felipe, con el tiempo, se dio cuenta de que aunque había perdido a su esposa y su hija en diferentes maneras, siempre vivirían en los corazones de aquellos que habían conocido su bondad. Con cada año que pasaba, el legado de Ana inspiró a nuevos personajes a abrazar la valentía y el amor.

El reino floreció, siempre recordando que el amor, aunque trágico, siempre renace de maneras inesperadas.

FIN.

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