El Dragón y el Bosque de los Sueños



Hace mucho tiempo, en un reino lejano, existía un dragón llamado Drago. A diferencia de los dragones de las historias que solían atormentar a los pueblos, Drago era un dragón amable y solitario que vivía en las montañas, lejos de la civilización. Su escamas brillaban como el sol y su aliento era una suave brisa que ayudaba a las flores a crecer.

Un día, mientras Drago volaba en busca de su comida favorita, unas nubes de tormenta se acercaron rápidamente. Cuando miró hacia el valle, vio algo extraño. Un grupo de niños y sus familias estaba atrapado en la llanura, sin poder cruzar un río que había crecido por las lluvias.

"¡Oh no!", exclamó Drago. "¡Necesito ayudarles!"

Drago descendió rápidamente hacia el grupo y se presentó con su dulce y cálido tono.

"Hola, soy Drago, el dragón que vive en las montañas. He visto que tienen problemas para cruzar el río. ¿Puedo ayudarles?"

Los niños lo miraron con curiosidad pero también con un poco de miedo.

"¿Tú, un dragón?", preguntó Tomás, uno de los más pequeños. "¿No nos vas a comer?"

Drago sonrió, mostrando sus afilados dientes, pero intentando ser amable.

"No, no quiero comerlos. Solo quiero ayudar."

Después de un rato, Tomás y los otros niños se acercaron un poco más.

"¿Cómo nos ayudarías?"

"Puedo llevarlos sobre mi espalda y volar hasta el otro lado", respondió Drago con entusiasmo.

Los niños comenzaron a hablar entre ellos y, tras un momento de dudas, decidieron confiar en Drago.

"Está bien, ¡vamos!", gritó Sofía, mientras corría hacia el dragón.

Uno por uno, los niños subieron a su lomo brillante, mientras las familias los veían desde atrás, llenas de esperanza. Con un gran batir de alas, Drago levantó el vuelo, cruzando el cielo gris.

"¡Sosténganse fuerte!", dijo Drago.

Los niños gritaban de alegría mientras el viento soplaba en sus caras. Cuando llegaron al otro lado, todos estaban tan emocionados que no paraban de sonreír.

"Eres el dragón más genial del mundo!", exclamó Juani.

"Gracias, pero no sé si eso es verdad. Tal vez sí lo soy. Pero, ¿qué hacen ustedes aquí?"

Los niños explicaron que habían ido al bosque a buscar flores exóticas, donde se decía que crecían en el Bosque de los Sueños, un lugar mágico lleno de criaturas increíbles y plantas coloridas.

"Pero ahora tenemos que volver a casa. Mis padres estarán preocupados", dijo Sofía, bajando del dragón.

"¡Espera!", interrumpió Drago. "¿Por qué no van todos juntos al Bosque de los Sueños y lo exploran? Yo puedo volar alrededor y cuidar de ustedes."

Así que los niños, emocionados y agradecidos, aceptaron la oferta de Drago. Se internaron en el bosque, donde encontraron flores que brillaban, árboles que susurraban y criaturas simpáticas que jugaban alrededor.

De repente, escucharon un grito. ¡Una pequeña ardilla estaba atrapada en una maraña de espinas!"¡Mira!" dijo Tomás, "¡Debemos ayudarla!"

"Pero... ¿y si nos lastimamos?" cuestionó Sofía, sintiendo miedo.

Drago se acercó volando y, con mucho cuidado, usó su aliento suave para despejar las espinas sin lastimar a la ardilla.

"A veces, ayudar a alguien puede asustar un poco, pero es importante hacerlo", dijo Drago.

Una vez liberada, la ardilla les dio las gracias y les prometió que les mostraría un camino más seguro.

"¡Vengan!", gritó la ardilla mientras corría de un lado a otro.

Los niños siguieron a la ardilla, y pronto encontraron un sendero adornado con flores brillantes y mariposas danzantes.

"Miren qué belleza", dijo Sofía. "Gracias, Drago. Eres nuestro mejor amigo."

Drago sonrió, feliz por haber sido parte de su aventura. Al final del día, el grupo regresó a casa, prometiendo regresar al bosque y, con el tiempo, se dieron cuenta de lo importante que es ayudar a los demás y mostrar bondad, incluso a aquellos que parecen diferentes.

Ahora, el dragón Drago no solo era un amigo de los niños, sino también un protector del Bosque de los Sueños, recordando a todos que, a veces, lo que parece asustarnos puede ser la clave para vivir grandes aventuras y hacer nuevos amigos.

FIN.

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