El Dragón y el Tesoro de la Amistad
En un colorido bosque lleno de árboles altos y flores brillantes, vivía una pequeña cangreja llamada Cangry. Cangry no era como los otros cangrejos del lugar, ya que soñaba con explorar el mundo más allá de su playa. Un día, mientras recogía conchitas, encontró algo especial: un trébol de cuatro hojas.
"Este trébol es mágico", pensó Cangry, "¡Me dará fuerza para salir de aquí!"
Decidida a encontrar aventuras, se despidió de su hogar y se puso en camino. Al poco tiempo, se encontró con una chica llamada Francisca, quien estaba tomando fotografías de la naturaleza y sus habitantes.
"¡Hola! Soy Francisca. ¿Y vos quién sos?" preguntó la niña.
"Soy Cangry, la cangreja aventurera. Estoy buscando nuevos lugares y amigos", respondió con entusiasmo.
Francisca, emocionada de conocer a una cangreja, decidió unirse a Cangry. Juntas comenzaron a explorar el bosque, capturando hermosos momentos en las fotografías de Francisca. Pero pronto se dieron cuenta de que el sol comenzaba a ocultarse.
"Debemos encontrar un lugar donde quedarnos esta noche", sugirió Cangry.
"¡Mira!" exclamó Francisca, apuntando a una gran piedra brillante que parecía tener un brillo especial.
Cuando se acercaron a la piedra, oyeron un ruido extraño. De repente, apareció un gran dragón de escamas verdes y ojos resplandecientes.
"¿Qué hacen aquí, intrusas?", preguntó el dragón, con voz profunda.
"Sólo estamos explorando y buscando un lugar donde quedarnos para la noche", respondió Cangry, temblando un poquito.
"Si quieren quedándose, deberán ayudarme primero", dijo el dragón, cuyas escamas centelleaban al sol.
Cangry y Francisca se miraron, intrigadas.
"¿Qué necesitas?" preguntó Francisca, interesada.
"He perdido mi tesoro más importante, un corazón mágico que me da paz y alegría. Sin él, no puedo volar ni llevar brillo a este bosque. ¿Pueden ayudarme a encontrarlo?"
Ambas decidieron ayudar al dragón.
Mientras buscaban el corazón mágico, descubrieron que el dragón era amigable y gracioso, incluso les enseñó a volar.
"¡Miren esto!" decía mientras realizaba acrobacias en el aire.
Después de varias horas buscando, llegaron a un claro del bosque. Allí encontraron un pequeño lago donde brillaba algo en el fondo.
"¡Es el corazón mágico!" gritaron Cangry y Francisca al unísono.
Así, se lanzaron al agua, recuperar los tesoros y nadaron hacia la orilla. Con mucho esfuerzo, lograron sacar el corazón que brillaba intensamente.
"¡Lo hemos encontrado!", exclamó Cangry.
"Gracias!" dijo el dragón, emocionado.
Colocó el corazón en su pecho y de inmediato, un destello de luz recorrió el bosque. Las flores comenzaron a brillar y los árboles parecieron bailar.
"Ahora puedo volar de nuevo y llenar el bosque de alegría. ¿Les gustaría dar un vuelo?" preguntó el dragón.
Cangry y Francisca finalmente subieron a su espalda, y juntos surcaron los cielos.
Al aterrizar, el dragón les dijo:
"Agradezco su valentía. Han hecho algo increíble y no solo por mí. El verdadero tesoro es la amistad que han creado entre ustedes y conmigo. Ahora, siempre que lo necesiten, tendrán un amigo en mí."
Desde aquel día, Cangry y Francisca no solo hicieron muchas fotografías del bosque, sino también de su nuevo amigo dragón. Y aunque embarcaron en muchas aventuras juntos, nunca olvidaron la importancia del trabajo en equipo y los lazos de amistad que se habían forjado.
Y así, el dragón, la cangreja y la niña aprendieron que las aventuras son mucho más divertidas y significativas cuando las compartimos con amigos.
FIN.