El Dragón y la Hada Valiente



En un reino lejano, lleno de verdes praderas y altas montañas, vivía una pequeña hada llamada Lúmina. Tenía alas brillantes que destellaban como estrellas y un gran corazón lleno de alegría. Lúmina pasaba sus días ayudando a los animales del bosque, pero había una sombra que se cernía sobre su mundo: un dragón que vivía en la montaña más alta, y que todos temían.

Los rumores decían que el dragón, llamado Fulgor, lanzaba fuego y había asustado a todos los habitantes del reino. Lúmina, curiosa y valiente, decidió que era hora de entender por qué Fulgor causaba tanto miedo.

"¿Por qué no voy a visitarlo? Tal vez solo necesita un amigo", pensó Lúmina, mientras revoloteaba en su pequeño rincón del bosque.

Un día, se armó de valor y, con un toque de su varita mágica, voló hacia la cumbre de la montaña. Cuando llegó, se sorprendió al encontrar una cueva oscura y humeante.

"¿Hola? ¿Hay alguien aquí?", gritó Lúmina, su voz resonando dentro de la cueva.

De repente, Fulgor apareció, con escamas que brillaban con el color del fuego. Sus ojos eran grandes y tristes, algo que Lúmina no había esperado ver.

"¿Qué haces aquí, pequeña?", preguntó el dragón, con una voz profunda.

"Vine a conocerte. La gente habla de ti como si fueras un monstruo, pero creo que solo estás triste", respondió Lúmina.

Fulgor soltó un suspiro. "Es cierto. La gente me teme porque soy grande y tengo fuego, pero nunca he querido asustar a nadie. Solo estoy solo, y por eso lanzo fuego. Nadie se atreve a acercarse para conocerme."

Lúmina se sintió triste al escuchar las palabras del dragón. "¿Y si hacemos algo especial para que todos vean lo amable que eres? Podríamos tener una fiesta en el bosque, y así mostrarles tu verdadero yo," sugirió con entusiasmo.

Fulgor se iluminó con la idea. "¿Pero cómo convenceré a todos?"

"Yo me encargaré de la invitación. Solo necesitas prometerme que no usarás tu fuego para asustarlos, sino para iluminar la noche como un espectáculo mágico," dijo Lúmina.

Después de muchas dudas, Fulgor aceptó el plan de Lúmina. Juntos, se prepararon para la fiesta. Lúmina usó su magia para llenar el bosque de luces brillantes y flores, mientras Fulgor practicaba un espectáculo de fuego que llenaría de asombro y alegría a los visitantes.

La noche de la fiesta llegó, y los animales del bosque y otros seres del reino comenzaron a llegar, llenos de curiosidad. Cuando vieron a Fulgor, algunos se asustaron un poco, pero Lúmina salió a su encuentro.

"¡Amigos! Les presento a Fulgor, el dragón bondadoso. ¡No tengan miedo!".

Los murmullos comenzaron a cesar y Lúmina hizo un gesto. Fulgor, con delicadeza y siguiendo las instrucciones de Lúmina, comenzó su espectáculo de fuego. Sus llamas no eran amenazantes; daban destellos de colores y formas hermosas, iluminando el bosque con una luz cálida.

"¡Wow! ¡Es hermoso!", exclamó un conejo.

"Nunca pensé que un dragón pudiera hacer algo tan bonito", dijo un pájaro.

Con cada destello de fuego, el miedo se desvanecía, y la alegría comenzó a reemplazarlo. La fiesta fue un éxito. Todos rieron, bailaron y contaron historias mientras Fulgor se unía a ellos, revelando su verdadera naturaleza.

Al final de la noche, los habitantes del reino se acercaron a Fulgor.

"¡Nos encantaría tenerte en nuestras fiestas más a menudo!", dijeron con sonrisas en sus rostros.

Fulgor se sintió feliz. "Gracias por darme una oportunidad, aunque mi apariencia asustara. Desde ahora, seré parte de su alegría."

Lúmina sonrió, sabiendo que habían logrado lo que muchos creían imposible: mostrar que la verdadera magia no reside solo en el fuego y en el vuelo, sino en la comprensión y en la amistad.

Desde ese día, Fulgor se convirtió en el guardián del bosque, protegiendo a todos los que vivían ahí, y cada vez que había una celebración, ¡él era el primero en ser invitado! Y así, el miedo se transformó en alegría, gracias a la valentía de un hada y a un dragón soñador.

FIN.

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