El Dragón y la Linterna Mágica
Había una vez, en un bosque encantado, un dragón llamado Drago. Drago era un dragón de escamas verdes brillantes y grandes alas que apenas tocaban el suelo cuando caminaba. Era valiente y curioso, siempre listo para explorar lugares nuevos. Un día, mientras volaba con su amigo el búho Dean, decidió aventurarse en una cueva que nunca había visto antes.
"- ¿Estás seguro de que es una buena idea, Drago?" preguntó Dean, aterrizando en una rama cercana.
"- ¡Claro! ¡Solo será un vistazo!" respondió el dragón emocionado.
Sin pensarlo dos veces, Drago se adentró en la cueva. Pero pronto se dio cuenta de que había volado demasiado lejos. La cueva se volvió oscura y laberíntica, y Drago no sabía cómo regresar a la entrada.
"- Oh, ¿qué haré ahora?" murmuró Drago, aterrorizado y asustado por la oscuridad que lo rodeaba.
Mientras tanto, en la cueva, un pequeño murciélago llamado Maxi estaba colgado de una estalactita. Maxi, que tenía unos ojos brillantes y una gran sonrisa, notó la angustia de Drago. "- ¡Hola! ¿Te encuentras bien?" gritó Maxi.
"- No, me he perdido en esta cueva oscura. No sé cómo salir y tengo miedo," respondió Drago, temblando un poco.
"- ¡No te preocupes! Yo te ayudaré. Tengo una linterna mágica que ilumina todo a su alrededor," dijo Maxi con entusiasmo.
"- ¿De verdad?" preguntó Drago con esperanza.
Maxi se acercó volando y encendió la linterna mágica con un pequeño toque de su ala. Una luz dorada inundó la cueva, revelando paredes brillantes y rutas que Drago nunca había visto.
"- ¡Increíble!" exclamó Drago. "- Pero, ¿cómo voy a saber por dónde ir?".
"- ¡Sigue mi luz!" respondió Maxi, haciendo un movimiento con la linterna.
A medida que avanzaban, comenzaron a encontrarse con divertidas criaturas de la cueva; un grupo de ranas cantoras, un pez inquieto y hasta un duende que intentaba dormir bajo una roca.
"- ¡Hola, amigos! ¿Te gustaría conocer a los otros habitantes de la cueva?" preguntó Maxi a Drago, que estaba maravillado con toda la vida que había a su alrededor.
"- ¡Sí! Pero primero necesito salir de aquí," respondió el dragón, sintiéndose un poco más valiente con la luz de la linterna.
Maxi condujo a Drago por varios pasajes, pero de repente se encontraron en un cruce de caminos. "- ¿A dónde vamos ahora?" preguntó Drago, confundido.
"- Aquí es donde tenemos que tomar una decisión. Cada camino es diferente," explicó Maxi. "- Pero no tengas miedo, ¡confía en la linterna!"
"- Vamos... me siento un poco perdido," contestó Drago, inseguro.
Maxi sonrió. "- Vamos a probar uno, y si no funciona, siempre podemos volver." Drago asintió, decidido a no rendirse.
Decidieron tomar el camino de la izquierda, que parecía un poco más iluminado. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que llevaban a una gran sala con estalactitas que parecían colmillos.
"- Eso parece un castillo de hielo, ¡qué impresionante!" exclamó Drago. Pero cuando miraron más de cerca, vieron que había un bloque de hielo que los atrapaba.
"- ¡Oh no! ¿Qué hacemos ahora?" gritó Drago, pensando en lo desastroso que sería quedar atrapado.
"- Tal vez podamos romper el hielo. ¡Te ayudo!" dijo Maxi, mientras movía la linterna y buscaba una forma de liberar a los que estaban atrapados.
Juntos, usando su ingenio, Drago logró calentar el hielo con su aliento ardiente, mientras Maxi iluminaba cada rincón. Con esfuerzo, lograron liberar a los habitantes congelados de la cueva, quienes agradecieron con sonrisas y aplaudiendo.
"- Lo logramos, Drago!"
"- ¡Tienes razón! Pero aún no hemos salido," dijo el dragón, mirando la oscuridad del camino.
"- No te preocupes, confía en mí, y cuando necesites ayuda, llama mi nombre," le dijo Maxi, animándolo.
Así, siguieron explorando, y con cada nuevo desafío, la amistad entre el dragón y el murciélago se fortalecía. Drago aprendió que ser valiente no siempre significaba no tener miedo, sino seguir adelante a pesar de él. Finalmente, después de muchos giros, encontraron la salida de la cueva.
"- ¡Lo hicimos! ¡Estamos fuera!" gritó el dragón al salir al claro, sintiéndose aliviado y feliz.
"- Sí, y ahora eres un héroe!" dijo Maxi, meneando su cuerpecito.
Drago sonrió, contento de haber hecho un nuevo amigo.
Desde ese día, Drago y Maxi se convirtieron en inseparables. Juntos exploraban el bosque y ayudaban a otros a encontrar su camino. En su corazón, Drago siempre llevó la lección más valiosa: no importa cuán oscuro se vuelva el camino, siempre habrá una luz que te guiará si tienes buenos amigos a tu lado.
Y así, cada vez que oyen que alguien se pierde, Drago y Maxi volaban juntos, listos para ayudar, llevando siempre consigo la linterna mágica que iluminaba el camino hacia la amistad.
FIN.