El Dragón y la Luna



En un reino lejano, entre montañas y ríos, vivía un dragón llamado Drago. Drago no era como los otros dragones, que se dedicaban a asustar a los aldeanos. En realidad, Drago era un dragón muy especial: estaba enamorado de la Luna.

Cada noche, cuando el sol se escondía y el cielo se llenaba de estrellas, Drago volaba hasta la cima de la montaña más alta para admirar a su amada.

"¡Oh, Luna! Eres tan brillante y hermosa. Tu luz ilumina mis noches oscuras", susurraba Drago mirando al cielo.

La Luna, aunque sabía que Drago la amaba, siempre le respondía con dulzura:

"Querido Drago, aprecio tu amor, pero soy increíblemente lejana. Puedes admirarme desde aquí, pero nunca podré estar contigo."

Drago se sentía triste, pero soñaba con encontrar una forma de acercarse a ella. Un día, decidió que debía ser valiente y buscar la manera de llegar hasta la Luna. La ardilla, su mejor amiga, le dijo:

"Drago, ¿por qué no construís un cohete? Eso podría llevarte hasta ella."

"¡Es una genial idea! Pero, ¿cómo voy a conseguir los materiales?" se preguntó Drago.

Así que juntos comenzaron a buscar todo lo necesario. Reunieron maderas, hojas grandes y muchas piedras. Pasaron días trabajando y planificando su viaje. Finalmente, lograron construir un cohete brillante y colorido.

La noche de la gran aventura, Drago se sentía emocionado y nervioso. Antes de despegar, miró a su amiga ardilla y le dijo:

"Si tengo éxito, prometo llevarte a ver la Luna."

"¡Buena suerte, Drago!" gritó la ardilla mientras él despegaba en su cohete, dejando una estela de fuego y magia en el aire.

Mientras subía, Drago vio el reino desde las alturas y se dio cuenta de lo hermoso que era todo. Pero el viaje no fue fácil. El cohete enfrentó fuertes vientos y tormentas de estrellas.

"¡No puedo rendirme! ¡Voy a ver a la Luna!" se decía a sí mismo, llenándose de valentía.

Finalmente, tras un largo viaje, Drago aterrizó en la superficie lunar. Se sintió feliz y asombrado. Miró hacia el cielo y vio a la Tierra tan lejos, pero su amor por la Luna nunca se desvaneció. Justo en ese momento, la Luna apareció frente a él, radiante y espléndida.

"Drago, lograste llegar hasta mí. Estoy muy orgullosa de ti."

"He hecho todo esto por vos, Luna. Quiero que sepas cuánto te amo."

La Luna sonrió y le dijo:

"Tu amor es fuerte y valiente. Pero recuerda, a veces, hay amores que no están destinados a estar juntos físicamente. Eso no significa que no pueden ser especiales."

Drago comprendió. Había viajado mucho y había visto cosas increíbles, pero entendía que su amor por la Luna era diferente y especial, incluso desde lejos.

Después de pasar un tiempo increíble en la Luna, era hora de regresar a casa. Cuando Drago volvió a su montaña, todos los aldeanos lo estaban esperando con asombro. La ardilla corrió a recibirlo.

"¡Drago! ¡Lo lograste! ¡Te extrañé!".

"No solo he visto a la Luna, sino que he aprendido algo importante. El amor a veces significa dejar ir, pero también significa admirar desde lejos, sin dejar de sentir ese cariño profundo."

La ardilla lo abrazó y juntos miraron al cielo nocturno. Drago sonrió al ver la Luna brillar más que nunca. Decidió que cada noche, aunque estuvieran lejos, él seguiría volando hacia la cima de la montaña para hablar con ella.

"El amor no siempre tiene que ser poseer, a veces, el verdadero amor es celebrar al ser amado desde donde estamos".

Y así, Drago y la Luna continuaron su historia, uno en la Tierra y otra en el cielo. Ambos compartiendo su amor y admiración, y aprendiendo a ser felices a pesar de las distancias.

La historia del dragón y la luna se convirtió en leyenda, recordando a todos que el amor puede ser más fuerte que cualquier distancia.

Desde entonces, cada vez que miramos al cielo y vemos la Luna brillar, podemos recordar a Drago y su amor verdadero, haciéndonos pensar que el amor a veces tiene caminos diferentes, pero siempre será especial.

FIN.

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