El dragón y la niña valiente
Había una vez en un lejano reino, una niña llamada Lucía. Lucía era muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con un enorme dragón llamado Dante.
Dante era diferente a los demás dragones que había conocido Lucía. No era feroz ni malvado, sino amable y protector. Tenía escamas brillantes de color verde esmeralda y unos ojos grandes y amigables.
Lucía se acercó temerosa pero intrigada al dragón y le preguntó: "¿Eres un dragón bueno?", a lo que Dante respondió con una sonrisa: "¡Claro que sí! Soy el guardián del castillo cercano". Lucía quedó sorprendida al enterarse de que el castillo necesitaba protección.
Le contó a Dante sobre su amor por la lectura y cómo solía ir allí para hacer sus tareas escolares en paz. Un día, cuando Lucía llegó al castillo, notó algo extraño.
Habían hombres malvados tratando de entrar por la puerta principal. Asustada, corrió hacia adentro para buscar ayuda. Al llegar al gran salón del castillo, vio a Dante parado frente a los hombres malvados con su imponente figura.
Los hombres trataban de atacar al dragón con espadas y lanzas, pero Dante los esquivaba hábilmente sin hacerles daño. Lucía sabía que tenía que ayudar a su amigo dragoncito. Buscó rápidamente en la biblioteca del castillo hasta encontrar un libro antiguo sobre tácticas de defensa medieval.
Corrió hacia Dante y le gritó: "¡Dante, usa la táctica del escudo de tortuga!". El dragón entendió rápidamente lo que Lucía quería decir y se cubrió con sus alas para protegerse de los ataques. Los hombres malvados estaban desconcertados.
No podían hacerle daño al dragón ni entrar al castillo. Lucía aprovechó el momento para buscar ayuda en el pueblo cercano. Regresó con un grupo de vecinos valientes dispuestos a ayudar.
Juntos, construyeron una barricada alrededor del castillo para mantener a los hombres malvados fuera. Después de varios intentos fallidos, los hombres finalmente se rindieron y huyeron del lugar.
El castillo estaba a salvo gracias al coraje y la inteligencia de Lucía, junto con la fuerza y nobleza de Dante. A partir de ese día, el reino entero reconoció a Lucía como una heroína valiente y honraron su nombre por siempre.
Además, todos aprendieron que no hay que juzgar a alguien por su apariencia o tamaño, ya que incluso un pequeño dragón puede defender un gran castillo. Lucía siguió visitando el castillo regularmente para hacer sus tareas escolares, pero ahora tenía una compañía muy especial: Dante.
Juntos exploraban los libros antiguos e imaginaban nuevas aventuras mientras disfrutaban del cálido fuego del hogar. Y así termina esta historia llena de amistad y valentía. Nos enseña que nunca debemos subestimar a nadie y que todos podemos ser héroes si nos esforzamos lo suficiente.
Porque en cada uno de nosotros hay un poco de Lucía y un poco de Dante, solo tenemos que descubrirlo.
FIN.