El duende curioso
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Truz. Truz era un niño muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, encontró una extraña piedra brillante. Al tocar la piedra, algo mágico ocurrió. De repente, Truz se convirtió en un pequeño duende con orejas puntiagudas y todo su cuerpo cubierto de verde brillante.
Estaba emocionado por esta nueva forma y decidió aprovecharla al máximo. Truz se adentró aún más en el bosque y pronto encontró a otros duendes como él.
Ellos le contaron sobre la magia que existía en ese lugar y cómo podían usarla para ayudar a las personas del pueblo. "¡Hola! Soy Truz", saludó emocionado a los demás duendes. "¡Bienvenido, Truz! Nos alegra verte aquí", respondieron ellos sonrientes. Los duendes le explicaron que cada uno tenía un talento especial y que juntos formaban un equipo maravilloso.
Había duendes expertos en jardinería, otros en cocina e incluso algunos maestros de música. Truz sintió que había encontrado su lugar perfecto y decidió ponerse manos a la obra para ayudar al pueblo utilizando sus nuevos poderes mágicos.
Un día, mientras caminaba por el centro del pueblo, vio a una anciana triste sentada en un banco solitario. "¿Qué te pasa?", preguntó amablemente Truz. La anciana levantó la mirada sorprendida al verlo. "Siento mucha soledad desde que mi esposo falleció.
Extraño su compañía y no sé cómo superarlo", respondió con tristeza. Truz, recordando el talento de algunos duendes para la música, decidió organizar un concierto sorpresa en honor a la anciana.
Reunió a los duendes músicos y juntos prepararon una hermosa melodía para alegrar el corazón de la anciana. Esa noche, cuando la anciana se dirigió al parque del pueblo como solía hacerlo todas las tardes, quedó asombrada al ver un escenario montado y los duendes listos para tocar.
"¡Sorpresa!", exclamaron todos los duendes emocionados. La música llenó el aire mientras Truz cantaba una canción especial dedicada a la memoria del esposo de la anciana.
Los vecinos del pueblo se unieron al concierto y pronto todos estaban bailando y sonriendo. La anciana no pudo evitar derramar algunas lágrimas de felicidad por sentirse tan querida y recordar momentos hermosos junto a su esposo.
Ese día, gracias a Truz y sus amigos duendes, ella encontró consuelo en su corazón roto. A partir de ese momento, Truz continuó ayudando a las personas del pueblo con actos mágicos llenos de bondad. Transformaba terrenos abandonados en preciosos jardines floridos e incluso cocinaba comidas nutritivas para aquellos que más lo necesitaban.
El pequeño duende verde había descubierto que su verdadera magia radicaba en hacer feliz a los demás y dar amor incondicionalmente. Y así, Truz vivió muchas aventuras y se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo.
Y colorín colorado, esta historia de magia y bondad ha terminado.
FIN.