El Duende de la Selva y el Humano Valiente



Había una vez, en lo más profundo de una selva llena de colores y sonidos, un pequeño duende llamado Tillo. Tillo era un duende travieso de orejas puntiagudas y una sonrisa chispeante, conocido por su habilidad para hacer que las plantas crezcan rápidamente y que los animales jugaran entre sí. Un día, mientras Tillo estaba ocupándose de sus plantas, se encontró con un humano llamado Lucas, un niño aventurero que amaba explorar la selva.

"¿Quién sos, pequeño duende?" - preguntó Lucas, sorprendido al ver a Tillo.

"Soy Tillo, el duende de la selva. Estoy cuidando de mis amigos animales y plantas. ¿Qué haces tú aquí?" - respondió el duende emocionado.

Lucas había seguido un camino lleno de flores y colores vibrantes.

"Vine a explorar. Me encanta la selva y todas sus maravillas. Pero estoy un poco perdido..." - dijo Lucas con un suspiro.

Tillo vio que Lucas estaba un poco preocupado y decidió ayudarlo.

"¡No te preocupes! Te puedo ayudar a encontrar el camino de regreso. Pero primero, ¿quieres conocer a mis amigos?" - propuso Tillo.

Lucas, encantado, asintió rápidamente.

"¡Sí! Me encantaría conocer a tus amigos animales."

Tillo llevó a Lucas a un claro donde una multitud de animales lo esperaba: había monos saltarines, una colorida guacamaya y hasta un perezoso que despertó de su siesta para ver de qué se trataba tanto alboroto.

"¡Hola! Soy el líder de los monos, me llamo Tito. ¿Eres un humano que se atreve a entrar en nuestra selva?" - preguntó Tito, moviendo su cola.

"Sí, pero solo quiero aprender y divertirme" - respondió Lucas, con una sonrisa.

Los animales empezaron a jugar, y Lucas se unió a ellos. Con cada risa, Tillo se dio cuenta de que Lucas era un niño especial, con un corazón aventurero y valiente. Sin embargo, cuando estaban jugando, vieron que algo preocupante estaba ocurriendo: una gran sombra se proyectaba sobre el claro. Al mirar hacia arriba, descubrieron que un gran loro negro se había enredado en una rama de un árbol gigante.

"¡Ayuda! ¡No puedo salir!" - gritaba el loro, asustado.

"¿Qué hacemos?" - preguntó Lucas, con la voz temblorosa.

"Debemos ayudarlo, ¡pero no podemos hacerlo solos!" - dijo Tillo, con determinación.

Todos los animales se unieron, pero el loro estaba demasiado alto. En ese momento, Lucas recordó sus horas de escalada en los árboles de su casa.

"¡Lo tengo! ¡Puedo escalar el árbol y ayudarlo!" - exclamó, mientras empezaba a trepar la gran estructura.

Al llegar a la rama, Lucas se acercó cuidadosamente al loro.

"¡No te preocupes! ¡Voy a ayudarte!" - dijo Lucas, mientras trataba de desenredar la pata del loro.

"Gracias, pequeño humano. ¡Ten cuidado!" - respondió el loro con voz temblorosa.

Finalmente, con mucho esfuerzo, Lucas logró liberar al loro.

"¡Estás a salvo!" - exclamó, saltando de alegría.

"¡Gracias! Nunca pensé que un humano pudiera ser tan valiente y generoso. Mi nombre es Loro y a partir de ahora, serás mi amigo" - dijo el loro, aún un poco aturdido.

Todos los animales vitorearon.

"¡Hurra por Lucas! ¡El humano valiente!" - gritaron, celebrando la hazaña.

Después de la aventura, Tillo sonrió y le dijo a Lucas:

"La verdadera valentía no solo se trata de ser valiente, sino también de ser generoso y ayudar a los demás cuando lo necesitan. ¿No es así?"

"Exactamente, Tillo. Quiero volver a jugar con ustedes siempre que pueda" - respondió Lucas, con el corazón lleno de alegría.

Desde ese día, Lucas visitó a Tillo y a todos los animales de la selva tan a menudo como pudo. Aprendió sobre la naturaleza, la amistad y la importancia de ayudar a quien lo necesita. La selva no solo se volvió su lugar favorito, sino su hogar lleno de aventuras.

Y así, el pequeño duende y el valiente humano vivieron muchas más historias juntos, demostrando que la amistad no tiene límites.

FIN.

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